Construir futuros resilientes en el Caribe

Historias de fotos
Mujeres Kalinago en Dominica
Mujeres de la comunidad indígena Kalinago en Dominica. Foto: PNUD/Marica Honychurch
A medida que los impactos climáticos se intensifican, cuatro pequeños estados insulares exploran soluciones climáticas

Según la Organización Meteorológica Mundial, durante la temporada de huracanes del Atlántico del 2021 se registró el tercer mayor número de tormentas con nombre; fue la sexta temporada consecutiva de huracanes del Atlántico por encima de lo normal.

Como pequeños Estados insulares en desarrollo, o PEID, los países del Caribe sienten de primera mano los efectos del cambio climático.

Los pequeños Estados insulares contribuyen solo en un 1 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI) que causan la crisis climática (enlace en inglés). Sin embargo, se enfrentan a algunos de los peores impactos del cambio climático, entre ellos tormentas y eventos climáticos más frecuentes e intensos, la subida del nivel del mar, la acidificación de los océanos y la pérdida de biodiversidad.

Los efectos llegan con una pérdida humana incalculable y costos económicos y de desarrollo sustanciales. Un estudio realizado en 2020 (disponible en inglés) predice que los daños causados por el cambio climático en el Caribe se incrementarán y pasarán de un 5 % del PIB en 2025 a más de un 20 % para 2100 si no se adopta ninguna medida regional para mitigar el cambio climático o adaptarse a él.

El calentamiento y la acidificación irreversible de los océanos tienen un impacto directo sobre la biodiversidad, el turismo y los medios de vida costeros. Se prevé que entre el 70 % y el 90 % de los arrecifes de coral tropicales, que aportan unos beneficios de casi 6.200 millones de dólares de los Estados Unidos (USD) a la región caribeña cada año, podría morir hacia mediados de siglo. Para los aproximadamente 41 millones de personas del Caribe que dependen en gran medida de los arrecifes para su alimentación o sustento, es un panorama desolador.

Para hacer frente a estas consecuencias, a menudo irreversibles, los PEID y los Países Menos Adelantados están presionando para que en la COP27 se consideren “las pérdidas y los daños” en respuesta a las consecuencias desiguales de la crisis climática.

A pesar de los graves problemas a los que se enfrentan, o precisamente a causa de ellos, los países del Caribe y sus habitantes muestran una gran resiliencia y liderazgo en lo que respecta a la acción climática.

"No podemos tomarnos un período de descanso prolongado en lo relativo a los pequeños Estados insulares, ya que la crisis climática avanza con una fuerza incesante (enlace en inglés)".
—Embajador Aubrey Webson, Presidente de la Alianza de Pequeños Estados Insulares (AOSIS) y Representante Permanente de Antigua y Barbuda ante las Naciones Unidas.

Agricultor en San Vicente y las Granadinas
Foto: PNUD/Shani Leacock

Las contribuciones determinadas a nivel nacional brindan estrategias de inversión para avanzar en la acción climática en el Caribe

Los países del Caribe son los más afectados por la crisis climática, pero también los más decididos a encontrar soluciones.

Desde la promoción de la economía azul hasta el enfoque en una transición inclusiva y justa hacia la energía limpia, estos estados insulares están tomando la iniciativa para dar forma a un futuro más verde y sostenible.

Las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), que constituyen los compromisos climáticos de los países en el marco del Acuerdo de París, ofrecen la oportunidad de establecer objetivos y planes nacionales más ambiciosos que apoyen vías de desarrollo resilientes y bajas en carbono.

Aquí destacamos cuatro países del Caribe que están adoptando medidas climáticas audaces:

Familia en Antigua y Barbuda
Foto: PNUD/Michael Atwood

Antigua y Barbuda

Enfoque en una transición ecológica y justa

Antigua y Barbuda depende en gran medida de combustibles fósiles importados para generar electricidad, cocinar, el transporte y las actividades comerciales. Los combustibles fósiles constituyen el 96,5 % de su combinación energética (enlace en inglés), lo que supone una gran carga para la economía del país.

Como solución, el Gobierno se ha estado centrando en llevar a cabo una transición justa y sostenible a las energías verdes, como la eólica, la solar y la biomasa.

Para lograr este objetivo, Antigua y Barbuda ha establecido metas ambiciosas como parte de su NDC mejorada y su objetivo de cero emisiones para 2040, entre ellas:

  • alcanzar un 86 % de generación de energías renovables de fuentes locales para 2030 y que el 100 % de las ventas de vehículos nuevos sean eléctricos para 2030;
  • formar al 100 % de los trabajadores afectados en el uso de las nuevas tecnologías para una transición ecológica y justa;
  • lograr un aumento del 20 % en el número de empresas dirigidas por mujeres que se centran en iniciativas de energía renovable y adaptación al clima; y
  • proteger como sumideros de carbono todos los humedales, las cuencas hidrográficas y las praderas submarinas que quedan.

Con el apoyo de la iniciativa Climate Promise del PNUD y de la NDC Partnership, así como de socios clave como Climate Analytics, Antigua y Barbuda ha llevado a cabo un estudio preliminar que analiza las implicaciones en materia de empleo de la transición a una economía con bajas emisiones de carbono (enlace en inglés), basándose en los objetivos de la NDC propuestos por el país en los sectores de la electricidad y el transporte, y ha formulado recomendaciones para elaborar un marco normativo que promueva una transición justa.

El PNUD, en alianza con la Organización Internacional del Trabajo, ha apoyado las consultas nacionales para promover el diálogo social sobre la transición justa. Estos diálogos brindaron a los participantes y los socios regionales e internacionales para el desarrollo la oportunidad de celebrar un debate significativo, compartir experiencias de aprendizaje y promover la colaboración para alcanzar los objetivos de la NDC.

Paisaje en Dominica
Foto: PNUD/Zaimis Olmos

Dominica

Cambio a la energía limpia y aumento de la conservación de los bosques

En 2017, el huracán María, de categoría 5, tocó tierra en la isla del Commonwealth de Dominica. Casi el 80 % de la población se vio directamente afectada; más del 90 % de los hogares sufrieron daños, se interrumpió el suministro de electricidad y agua y se destruyeron cultivos enteros. Fue el huracán más extremo que haya afectado a la isla y causó daños por un valor de más de USD 1.000 millones, el 226 % de su PIB.

Los dominiqueses, que dependen de la agricultura y el turismo para mantener sus medios de vida, son conscientes de la importancia de contar con sistemas resilientes que puedan resistir los impactos climáticos y, al mismo tiempo, facilitar una recuperación rápida.

Dominica aspira a convertirse en el primer país del mundo resiliente al clima. Ha hecho de la resiliencia uno de los tres pilares de su NDC, junto con la mitigación y la adaptación.

Con el apoyo de Climate Promise del PNUD, Dominica revisó su NDC y presentó una actualización en julio de 2022. El país se comprometió a alcanzar objetivos más sólidos, claros y ambiciosos que en su primera NDC, entre ellos:

  • reducir las emisiones en un 45 % por debajo del nivel del 2014 para 2030;
  • utilizar energías 100 % renovables para 2030;
  • reducir en un 10 % las emisiones de hidrofluorocarbonos (HFC) para 2030; y
  • aumentar en un 980 % la captación de carbono con respecto a 2018 en el sector del uso de la tierra, el cambio de uso de la tierra y la silvicultura.

Para alcanzar estos objetivos, el país está estudiando el potencial de la energía geotérmica y otras fuentes alternativas de energía, como la biomasa y los desechos, e intensificando los esfuerzos de conservación de los bosques. Un estudio respaldado por Climate Promise, indica que Dominica podría remplazar hasta el 16 % de la electricidad procedente de combustibles fósiles utilizando biomasa y biocombustibles.

Cabe destacar que el país también ha dado prioridad a la igualdad de género en su acción climática y reconocido las necesidades de la juventud y las comunidades indígenas. Esto incluye el desarrollo de una planificación para incorporar la perspectiva de género en los mecanismos institucionales y de coordinación de la NDC.

“El papel del sector privado, de los pueblos indígenas y de la juventud es el de la acción participativa. Tiene que ser un discurso que vaya más allá de las instituciones gubernamentales [...] deben participar en la conversación”.
—Cozier Frederick, Ministro de Medio Ambiente, Modernización Rural y Mejora del Pueblo Kalinago de Dominica.

Vista del mar en Granada
Foto: PNUD/Shani Leacock

Grenada

Aplicación de un plan de acción nacional de refrigeración

Granada es conocida como “la isla de las especias” por sus tradicionales cultivos de nuez moscada, pimienta de Jamaica, clavo de olor y canela. El país, muy dependiente de los recursos naturales, está procurando diversificar su economía y orientándola hacia el turismo, el sector inmobiliario, la educación y la construcción. Sin embargo, la economía del país se ha visto gravemente afectada por fenómenos meteorológicos extremos agravados por el cambio climático.

Como explicó el Sr. Simon Stiell, exministro de Medio Ambiente y actual Secretario Ejecutivo de la CMNUCC: “Granada no había experimentado un huracán durante casi 50 años y, en el plazo de tan solo 10 meses, han pasado dos huracanes que han devastado la isla”.

La contribución de Granada a las emisiones mundiales de GEI es insignificante. No obstante, en 2020 el país presentó una ambiciosa segunda NDC, que incluye:

  • el objetivo de reducir los niveles de emisiones de 2010 en un 40 % para 2030;
  • la inclusión de los gases fluorados (gases F), que se utilizan en el aire acondicionado y la refrigeración, y la consideración del sector de la refrigeración en sus objetivos de mitigación; y
  • nuevas áreas prioritarias, como la inclusión social, la reducción del riesgo de desastres, la salud, y las pérdidas y los daños.

Como parte de estos esfuerzos, Granada ha creado un Plan de Acción Nacional de Refrigeración (disponible en inglés), con el objetivo de reducir las emisiones de la industria de la refrigeración y el aire acondicionado, que contribuyen a casi el 30 % de las emisiones de GEI del país.

A través de la iniciativa Climate Promise, el PNUD apoyó a Granada en la elaboración de un plan financiero en el que se detallan los costos asociados a la aplicación del Plan de Acción Nacional de Refrigeración, así como en la realización de una evaluación de las energías renovables en las infraestructuras agrícolas. Estas medidas apoyan el compromiso del país de continuar reduciendo sus emisiones y de cambiar a fuentes de energía más ecológicas.

El Gobierno de Granada también está haciendo hincapié en la inclusión de la perspectiva de la juventud sobre la acción climática y en la priorización de las iniciativas educativas que apoyarán una acción climática eficaz y sostenible.

“Trabajar con el Ministerio de Educación para comunicar el mensaje de cambio y el mensaje de transformación y cambio de comportamiento a los jóvenes en la educación primaria, secundaria y también terciaria nos ayudará a cambiar la comunicación sobre la implementación”.
—Merina Jessamy, Secretaria Permanente del Ministerio de Resiliencia Climática, Medio Ambiente y Energías Renovables.

San Vicente y las Granadinas
Foto: PNUD/Shani Leacock

San Vicente y las Granadinas

Hacer frente a las brechas de género y empoderar a las mujeres para una acción climática eficaz

San Vicente y las Granadinas es una nación multiinsular formada por 32 islas. Aunque las mujeres representan el 44 % de la fuerza de trabajo (enlace en inglés) —frente a un 55 % de hombres—, el 30 % de ellas están desempleadas, el doble de la tasa de desempleo nacional.

El país ya es extremadamente vulnerable a los impactos del cambio climático; sin embargo, sus consecuencias no afectan por igual a toda la población. Las diferencias sociales de género hacen que las mujeres sean más vulnerables al cambio climático que los hombres y que este les afecte de formas específicas debido a su sexo.

Los PEID de todo el mundo, incluido San Vicente y las Granadinas, reconocen que, para que la acción climática sea eficaz y sostenible, es crucial hacer frente a las brechas de género y empoderar a las mujeres (enlace en inglés).

El país presentó su primera NDC en junio de 2016. Con el apoyo de Climate Promise, el Gobierno actualizó su NDC mediante una encuesta inclusiva y sectorial. La actualización, que se presentará a la CMNUCC en el futuro, incluye:

  • la elaboración de un Plan Nacional de Acción Energética;
  • la inclusión de una evaluación de la mitigación;
  • planes para instalar una central geotérmica de generación de electricidad que podría cubrir más del 50 % de las necesidades eléctricas del país; e
  • iniciativas para mejorar la eficiencia energética de los edificios y el transporte, así como para reducir las emisiones debidas a los residuos.

En colaboración con la iniciativa EnGenDER (enlace en inglés), San Vicente y las Granadinas recopiló y analizó datos sobre las desigualdades sociales y el modo en que el cambio climático afectará a los hombres, las mujeres y los grupos vulnerables. El análisis puso de manifiesto las carencias, las oportunidades y los retos y recomendó políticas y planes inclusivos para fomentar la resiliencia climática. Esta información permitió al país preparar un plan de trabajo para guiar y mejorar la inclusión de la perspectiva de género en las medidas y planes de la NDC. Esto incluye la mejora de la recopilación y el uso de datos desglosados por sexo a nivel sectorial y la concientización sobre la presupuestación con perspectiva de género dentro del proceso presupuestario nacional.

“Es necesario que se escuchen todas las voces. La inclusión es importante, ya que toda la sociedad se ve afectada por el cambio climático y son los grupos vulnerables los que se ven más afectados”.
—Tessa Mandeville, especialista en medio ambiente.

Dominica
Foto: PNUD/Zaimis Olmos

Para estos países caribeños, que se encuentran entre los menores emisores del mundo, es evidente que el costo de la inacción es mayor que el de la acción.

Los países de la región están tomando medidas audaces para revertir las tendencias actuales. Sin embargo, no pueden actuar solos.

Para afrontar la crisis climática será necesario un esfuerzo mundial y un mayor compromiso por parte de los grandes emisores para que cumplan su parte: reducir sus propias emisiones, apoyar la financiación del clima y aportar una solución en lo relativo a las pérdidas y los daños.