¿Qué es la economía circular y por qué es importante?

Artículos explicativos
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También disponible en inglés y francés

¿Qué es la economía circular?

Nuestro sistema económico actual se puede describir como una “economía lineal”; se basa en un modelo de extracción de materia prima de la naturaleza, en el que se crean productos a partir de ella y luego se los desecha como residuos. Actualmente, solo el 7,2 % del material utilizado se recicla (enlace en inglés) y se vuelve a insertar en la economía. Esto genera un impacto significativo sobre el medio ambiente, y agrava las crisis del clima, de la biodiversidad y de la contaminación.

La economía circular, en contraposición, apunta a minimizar los desechos y a promover un uso sostenible de los recursos naturales a través de diseños de productos más inteligentes, con una vida útil más prolongada, de un mayor reciclaje, y de la regeneración de la naturaleza.

Además de contrarrestar el problema de la contaminación, la economía circular desempeña un papel vital para resolver otros desafíos de gran complejidad, como el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.

¿Qué prácticas son ejemplos de una economía circular?

El primer ejemplo que se le viene a la mente a cualquiera cuando piensa en una economía circular es la gestión de desechos, pero la economía circular abarca muchísimo más.

Hay atisbos de la economía circular por todas partes. Se puede aplicar en diversos sectores, desde la industria textil hasta el sector de la construcción, así como en diferentes etapas del ciclo de vida de un producto, como el diseño, la elaboración, la distribución y la eliminación.

En el sector textil y de la moda, hay iniciativas para usar agricultura regenerativa en la producción de algodón orgánico y otras fibras naturales, con tintas y colorantes naturales. Así, se garantiza una mejor calidad y prendas más saludables para los consumidores y para el medio ambiente. Al elaborar prendas de mejor calidad, la ropa dura más, y se puede remendar, revender y reciclar.

En el sector de la construcción, las soluciones circulares incluyen disminuir el uso de material virgen, reutilizar materiales en circulación o reemplazar los materiales intensivos en carbono por alternativas regenerativas como la madera.

En una economía circular, los productos electrónicos son reacondicionados, y todos los envoltorios son totalmente hidrosolubles, reciclables y biodegradables. Asimismo, el estiércol animal se utiliza como fertilizante natural y es la base para producir biogás para cocinar, calefaccionar e iluminar.

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©PNUD Climate Promise

¿Por qué la economía circular es importante para nuestro planeta?

Las estimaciones demuestran que ya estamos usando más recursos naturales del planeta de los que hay disponibles. Si las tendencias actuales siguen su curso, necesitaríamos tres planetas para el año 2050.

En las dos últimas décadas, el consumo de materiales ha aumentado más de un 65 %, con lo cual llegó a 95.100 millones de toneladas métricas en 2019. Se calcula que ese mismo año se perdió aproximadamente un 13 % de los alimentos destinados al consumo humano después de la cosecha, y que otro 17 % se desperdició en los hogares, los servicios de alimentación y el comercio minorista. La cantidad de desechos de equipo eléctricos y electrónicos alcanzó los 7,3 kilogramos per cápita en 2019, y la gran mayoría no se gestiona de manera segura, por lo que termina perjudicando el medio ambiente y nuestra salud.

Estas estadísticas ponen de manifiesto la importancia de transformar la forma en que usamos y respetamos nuestros recursos limitados, para la supervivencia y el bienestar de las personas y del planeta. Los estudios arrojan que para volver a niveles de consumo seguros necesitamos reducir en un tercio la extracción de materiales y el consumo a nivel mundial (enlace en inglés). Una transición hacia una economía circular será decisiva para lograrlo.

¿Cómo puede una economía circular hacer frente al cambio climático?

Una economía circular es esencial para combatir el cambio climático.

Actualmente, la extracción y el uso de materiales representan el 70 % de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) (enlace en inglés). Eso significa que si queremos reducir drásticamente las emisiones, debemos poner el foco en las “áreas críticas” de consumo no sostenible y en la producción en sectores de alto impacto, como los de la manufactura, las edificaciones y la construcción, y la agricultura.

Los estudios nos muestran que, a través de un uso más eficiente y circular de tan solo cuatro materiales industriales clave (cemento, acero, plástico y aluminio), las estrategias de economía circular pueden propiciar una reducción mundial de las emisiones de GEI en un 40 % para 2050. Y si, además, incluimos enfoques de economía circular en el sistema alimentario, podríamos lograr hasta un 49 % de reducciones en las emisiones de GEI en general a escala mundial.

En el marco del Acuerdo de París, los países están asumiendo compromisos climáticos, que se denominan Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), para reducir las emisiones de GEI y mejorar la resiliencia ante fenómenos climáticos extremos y desastres naturales. Al procurar incorporar enfoques de economía circular en estos compromisos, los países pueden agilizar la transición hacia una economía con bajas emisiones de carbono, proteger el entorno natural, y crear puestos de trabajo verdes, decentes y dignos.

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), si el mundo implementara más actividades circulares como las de reciclar, reparar, alquilar y refabricar, se crearían 6 millones de puestos de trabajo a nivel mundial para 2030.

¿Qué desafíos plantea la transición hacia una economía circular? ¿Por qué no se ha implementado todavía?

Un mundo más circular es posible, pero la transición no es sencilla. Hay diversos desafíos.

El primero es el desconocimiento. No todos los países conocen el potencial de una economía circular, y no todos tienen una estrategia para adoptarla. Es necesaria una mayor comprensión de los beneficios y los efectos de las medidas de una economía circular, en especial en lo relativo al clima y a la biodiversidad.

Las empresas, particularmente las pequeñas y medianas empresas (pymes), al igual que otras organizaciones y actores, enfrentan muchas trabas para acceder a una financiación que les permita lograr la transición de sistemas o modelos comerciales lineales a circulares. Por ejemplo, se calcula que le lleva aproximadamente tres años a un pequeño agricultor comenzar a producir algodón orgánico en lugar de algodón convencional, y lograr una transición hacia prácticas regenerativas y circulares puede llevar la misma cantidad de tiempo, si no más. Por lo tanto, este cambio requiere no solo de financiación y fondos suficientes, sino también de una transferencia de conocimiento, construcción comunitaria y capacitación durante todo el período de transición.

Incluso si implementar o integrar las prácticas de economía circular fuera más fácil, evaluar su impacto puede suponer un gran reto. En consecuencia, puede ser complejo hacer un seguimiento y elaborar informes de los avances logrados. Por ejemplo, monitorear la reducción de emisiones de alcance 3 (emisiones indirectas que una organización o empresa genera más arriba o más abajo en la cadena de valor) plantea dificultades por temas como la falta de transparencia de las cadenas de suministro, la inexistencia de vínculos directos con los distintos niveles de proveedores, las prácticas contables complejas, entre otras cuestiones.

¿Ya existen modelos en funcionamiento? ¿Qué países llevan la delantera en relación con la economía circular?

¡La buena noticia es que sí! Muchos países ya están adoptando enfoques de economía circular para alcanzar un crecimiento y un desarrollo más verdes, limpios y regenerativos.

Kosovo*, por ejemplo, está impulsando soluciones innovadoras para empresas emergentes y pymes, entre las que se incluye el desarrollo de una aplicación móvil para detectar contaminación y mala conducta ambiental en zonas urbanas.

Ghana está trabajando para mejorar la gestión de residuos urbanos a través del apoyo a emprendedores que están construyendo casas con desechos plásticos reciclados (enlace en inglés).

La nación insular de Vanuatu es más circular que cualquier otro país cuya circularidad haya sido estimada. En 2021, su consumo interno se estimó en un 59 % circular. Detrás estaban los Países Bajos con el 24,5 % y Austria con el 9,7%. Mientras tanto, la circularidad global ha caído del 8,6 % en 2020 al 7,2 % en 2023.

A su vez, con el pasaje hacia una economía circular, países como Jordania están creando oportunidades para las mujeres, ya que les permite encontrar trabajo, aprender nuevas competencias, crear empresas propias y asumir lugares de liderazgo en sus comunidades.

En Filipinas se promulgó una ley que les exige a los grandes fabricantes limitar el uso de envoltorios plásticos y asumir el costo de la gestión de desechos plásticos.

En cada vez más países, como México, están emprendiendo acciones para lograr una mejor sintonía entre las soluciones de economía circular y sus planes de acción en materia climática. México está elaborando e implementando programas de capacitación para autoridades subnacionales a fin de identificar medidas de economía circular que puedan contribuir a la hoja de ruta de implementación de la NDC actualizada del país.

¿Cómo se relacionan la economía circular y los pueblos indígenas?

Para lograr una economía circular, debemos prestar atención a tecnologías y enfoques novedosos e innovadores, pero también debemos tener presente qué cosas han dado y siguen dando buenos resultados.

Los pueblos indígenas han estado implementando soluciones circulares como modo de vida por miles de años, a través de prácticas agrícolas que garantizan la regeneración de los sistemas naturales, la construcción de viviendas y estructuras a partir de materiales regenerativos como el bambú o los ladrillos de adobe, etc.

Estas experiencias y prácticas están respaldadas por una gran sabiduría y directrices sobre cómo crear un mundo verdaderamente circular. Si seguimos los principios que subyacen a estas prácticas, podemos fomentar que las economías locales adopten enfoques holísticos y, en el proceso, se promueva la resiliencia, la reciprocidad y el respeto entre las personas y hacia el planeta.

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©PNUD Climate Promise

¿Qué apoyo les brinda el PNUD a los países en relación con la economía circular?

Tanto en lo concerniente al cambio climático, la energía sostenible, los alimentos y la agricultura o la gestión de residuos y productos químicos, el PNUD está colaborando con los países para ampliar y agilizar el cambio transformador adoptando enfoques de economía verde y circular. Por ejemplo, en el marco de la iniciativa Climate Promise del PNUD, Gambia, la República Democrática Popular Lao, Sudán del Sur, Uganda y Vanuatu llevaron adelante minuciosas evaluaciones de economía circular como parte del proceso de revisión de sus NDC para identificar y priorizar intervenciones tendentes a una economía circular para mejorar su ambición climática.

También respaldamos diversas medidas que incluyen presupuestos y planificación nacional, urbana y sectorial. Asimismo, reunimos y entablamos diálogos con socios y partes interesadas clave de los ámbitos nacional, regional y mundial para desarrollar capacidades y promover una concienciación en torno a una economía circular y otras cuestiones conexas.

¿Cómo podemos agilizar la transición hacia una economía circular?

Pese a la urgente necesidad de lograr una economía circular, cada año la extracción de materiales aumenta y la circularidad disminuye: pasó de un 9,1 % en 2018 a un 7,2 % en 2023 (enlace en inglés). Esto significa que estamos usando más materiales vírgenes y estamos generando más desechos.

Para comenzar a cerrar el círculo, el PNUD cree que los países deberían aprovechar al máximo sus compromisos climáticos nacionales (sus NDC) e incorporar medidas de economía circular. Al mes de mayo de 2023, solo el 27 % de las NDC incluyen una economía circular, así que hay mucho margen de acción.

En esta travesía, será clave que los gobiernos interactúen con diversos actores de las distintas cadenas de valor y en todas las etapas para garantizar que se tengan en cuenta todos los puntos de vista en el proceso, especialmente los de las personas más marginadas y vulnerables. De esta manera, podemos asegurarnos de que se prioricen las mejores soluciones en las NDC, que sean inclusivas respecto de todas las personas afectadas, y que exista una apropiación local a fin de implementarlas efectivamente en el terreno.

Siendo la próxima tanda de revisiones de las NDC en 2025, ahora es el momento de definir medidas de economía circular que puedan incorporarse en las NDC para agilizar la transición hacia un mundo más regenerativo y circular.

 

*Toda referencia a Kosovo se entenderá en el contexto de la Resolución 1244 (1999) del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

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