
Foto: Jilson Tiu / PNUD Filipinas
La degradación ambiental, la pérdida de biodiversidad y el aumento de los desechos son el grave resultado de un modelo económico imprudente que extrae, consume y desecha. No obstante, existe una alternativa urgente, que no solo es posible, sino que es esencial.
La economía circular no es solo una solución ambiental: es una estrategia más inteligente y resiliente para el desarrollo sostenible. Tiene el poder de revolucionar la forma en que producimos, consumimos y prosperamos dentro de los límites de nuestro planeta. Podría constituir la transformación económica más fundamental de nuestra era.
Hoy en día, la economía mundial sigue siendo abrumadoramente lineal: extraemos, consumimos y desechamos. El resultado es que generamos más de 2.000 millones de toneladas de residuos al año, una cifra que se prevé que aumente a 3.400 millones de toneladas para 2050. Mientras tanto, la extracción de recursos se ha triplicado desde 1970, lo que ha provocado el 90 % de la pérdida de biodiversidad y el 55 % de todas las emisiones de gases de efecto invernadero. Asimismo, es responsable del 40 % de los impactos de las partículas en suspensión en la salud, que nos está llevando a sobrepasar los límites de seguridad del planeta, más allá de los cuales las generaciones actuales y futuras no se podrán seguir desarrollando ni prosperar.
El sistema actual no solo es insostenible, sino que está desestabilizando los cimientos mismos del desarrollo.
Las economías circulares crecen mediante la reducción del uso de recursos. Se centran en reutilizar, regenerar y minimizar los desechos en todos los sectores, como la agricultura, la energía y los bienes de consumo. De este modo se garantiza una transición justa hacia un futuro sostenible y con bajas emisiones de carbono. El cambio a un modelo circular podría generar 4,5 billones de dólares de los Estados Unidos en beneficios económicos para 2030, reducir las emisiones, crear puestos de trabajo estables y abrir nuevos mercados verdes.
Para hacer realidad este futuro, es preciso implementar de inmediato cinco cambios interconectados.
Liderazgo normativo para cambiar el paradigma económico. Los gobiernos y socios deben promulgar políticas y normas ambiciosas para lograr que los mercados abandonen la economía lineal en favor de la circular. Por ejemplo, mediante la integración de medidas de economía circular en sus planes climáticos nacionales, o Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), y en sus estrategias y planes de acción nacionales en materia de diversidad biológica (EPANDB). Las NDC y las EPANDB son herramientas soberanas, con respaldo político, que pueden servir como planes de inversión, y ayudar no solo a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, sino también a restaurar y proteger los sistemas ecológicos e impulsar las prioridades del desarrollo sostenible.
Otras medidas reguladoras son los instrumentos como la responsabilidad ampliada del productor y las normas para garantizar que los productos sean duraderos, reparables, reciclables y seguros. En Viet Nam, el Gobierno ha incorporado los principios de la economía circular a las políticas nacionales con la promulgación de un Plan de Acción Nacional sobre Economía Circular; la promoción del diseño ecológico; mecanismos de responsabilidad ampliada del productor para la electrónica, los plásticos y los textiles; y la ciencia y las tecnologías para la agricultura.
Datos e indicadores para orientar las decisiones. Muchos países carecen de los datos necesarios para avanzar en la transición hacia una economía circular. Necesitamos datos de mejor calidad —más sólidos, completos y coherentes— para monitorear el progreso, armonizar los incentivos y fundamentar las políticas. Con datos de mejor calidad, podemos evaluar, priorizar y supervisar las intervenciones circulares para lograr un mayor impacto. Para ello, es necesario contar con argumentos más sólidos para establecer una base de referencia mundial sobre el uso de materiales, de acuerdo con el trabajo dirigido por el Panel Internacional de Recursos y las conclusiones del informe Perspectivas del Medio Ambiente Mundial (disponible en inglés).
En la República Dominicana, el proyecto Rescate Ozama llevó a cabo una amplia investigación sobre la contaminación por plásticos en el río Ozama, y recopiló datos sobre los tipos de desechos, los volúmenes y las prácticas locales de gestión para apoyar la toma de decisiones informadas y desarrollar intervenciones específicas.
Incentivos que recompensan la innovación circular. Los sistemas financieros deben reconocer, incentivar y recompensar los modelos de negocio circulares, desde el desarrollo de biomateriales hasta la logística inversa. Estos incentivos tienen un impacto directo en las decisiones de inversión y de política que toman las partes interesadas de los sectores público y privado que participan en los sectores productivos, fundamentales para la circularidad.
En Serbia (enlace en inglés), el proyecto Circular Communities, que cuenta con el apoyo del PNUD, concede subvenciones a ideas innovadoras que contribuyan al desarrollo de marcos estratégicos nacionales y locales de economía circular. En los últimos tres años se ha brindado apoyo a más de 60 iniciativas innovadoras, que van desde la producción de materiales de diseño de interiores a partir de desechos de vidrio hasta la participación de recicladores informales en la gestión de desechos de la industria cinematográfica.
Infraestructuras para ecosistemas circulares. Es necesario invertir en las infraestructuras de manera continua. Ello incluye una logística de reutilización, rellenado y reparación más conveniente; instalaciones de recogida y clasificación de desechos más confiables; plantas de reciclaje más seguras y eficaces; y sistemas de energías renovables. Con estas infraestructuras, los sistemas circulares pueden llegar a ser más viables y fáciles de expandir. En cambio, sin sistemas físicos que respalden la reutilización, el reciclaje y la regeneración, los principios circulares seguirán siendo una teoría que no se transforma en práctica.
En muchos países en desarrollo, la falta de infraestructuras sigue siendo un obstáculo importante, dado que más de 2.000 millones de personas no tienen acceso a servicios básicos de recolección de desechos. Para hacer frente a estos desafíos, la iniciativa Plastic Waste Management de la India (enlace en inglés) está desarrollando un modelo replicable para las ciudades que integra la innovación, la inclusión social y el liderazgo ambiental con el fin de reducir los desechos, mejorar la eficiencia de los recursos y establecer sistemas de reciclaje en circuito cerrado a través de instalaciones de recuperación de materiales.
- Un cambio cultural hacia el consumo regenerativo. Los ciudadanos se deben convertir en agentes activos de cambio, es decir, comprar menos en contextos de consumo excesivo y reutilizar más. Para ello, se requiere no solo transparencia sobre el contenido de los productos, sino también trazabilidad sobre de dónde se extraen los materiales y dónde se elaboran los productos, en qué condiciones y quién los elabora. Distintos estudios han identificado más de 13.000 sustancias químicas asociadas a los plásticos, muchas de las cuales son conocidas por ser perjudiciales para la salud humana y el medio ambiente. Una mayor transparencia puede empoderar no solo a los responsables de la formulación de políticas, sino también a los consumidores, para que tomen decisiones más informadas. La educación y la concienciación son tan cruciales como las infraestructuras y los incentivos a la inversión.
Estos cambios no son ideales abstractos: ya se están arraigando, a menudo impulsados por países del Sur Global que demuestran una visión audaz y soluciones prácticas. De hecho, los pueblos indígenas llevan milenios aplicando soluciones circulares que se basan en aprendizajes de la "economía de la naturaleza"; estas soluciones consisten en que nada se descarta, sino que se aprovecha como materia prima para el siguiente ciclo de crecimiento y renovación.
Este mes, el Foro Mundial de Economía Circular 2025 (enlace en inglés) reunirá en São Paulo (Brasil) a pensadores y emprendedores con visión de futuro; allí se presentarán las iniciativas más innovadoras en el ámbito de la economía circular. El objetivo es no solo reflexionar sobre el progreso y compartir buenas prácticas y experiencias, sino también forjar alianzas que impulsen esta visión. Nos encontramos en una encrucijada: por un lado, una economía descartable y, por otro, un futuro circular, inclusivo y resiliente. Tomemos una decisión prudente. El futuro no es lineal, y tampoco lo es el camino hacia un mundo mejor.
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El Foro Mundial de Economía Circular 2025 (WCEF2025, por sus siglas en inglés) ha sido organizado de forma conjunta por Sitra, el Fondo de Innovación Finlandés; FIESP, la Federación de Industrias del Estado de São Paulo; CNI, la Confederación Nacional de la Industria de Brasil; y SENAI-SP, el Servicio Nacional de Aprendizaje Industrial Brasileño en São Paulo; en estrecha colaboración con organizaciones internacionales asociadas, entre las que se incluye el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).