
Foto: FAO Costa Rica
En los sectores de la agricultura y el uso de la tierra, los impactos del cambio climático, como las precipitaciones irregulares, las olas de calor y la degradación del suelo, afectan de manera directa la productividad, perturban las cadenas de suministro y amenazan las economías.
Las inversiones del sector privado en la agricultura y el uso de la tierra resilientes al clima pueden reducir los riesgos climáticos en su cadena de valor y crear nuevas oportunidades de negocio (enlace en inglés) al abrir el acceso a mercados emergentes para productos sostenibles. Sin embargo, a pesar de los claros beneficios, su participación en la acción climática sigue siendo un desafío.
Muchas empresas, sobre todo las pequeñas y medianas, se enfrentan a obstáculos que limitan su capacidad para realizar inversiones relacionadas con el clima (enlace en inglés). Tienen un acceso limitado a datos útiles sobre riesgos climáticos y a financiación asequible. Los elevados costos iniciales y los largos períodos de amortización de las inversiones dificultan aún más su participación, en particular en la adaptación, donde los beneficios suelen ser indirectos o difusos.
Además, a nivel de políticas, muchos países carecen de marcos para incentivar las inversiones del sector privado y de medios para supervisarlas e informar al respecto. Estos desafíos reducen la capacidad del sector privado para evaluar los riesgos, identificar las oportunidades de inversión y contribuir a los objetivos nacionales en materia de clima y resiliencia.
Para hacer frente a estos desafíos, el programa SCALA, dirigido por el PNUD y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), ha estado trabajando con los países para crear alianzas más sólidas entre las instituciones públicas, las empresas privadas y las organizaciones de productores.
El objetivo es crear cadenas de valor climáticamente inteligentes que no solo reduzcan las emisiones y aumenten la resiliencia, sino que también ofrezcan valor comercial a los inversores. Para lograrlo, el programa refuerza los marcos institucionales (enlace en inglés), mejora el acceso a la financiación y diseña proyectos viables y ampliables que se ajusten a los planes climáticos nacionales, al tiempo que identifica puntos de partida para la participación del sector privado (enlace en inglés).
Reducir la deforestación en el sector del marañón en Camboya
En la provincia de Stung Treng, en el noreste de Camboya, el cultivo del marañón (también conocido como anacardo, merey, cajú, casho o nuez de la india) se expande con rapidez, impulsado por la creciente demanda internacional.
Sin embargo, este cultivo es cada vez más vulnerable a los riesgos climáticos como el retraso de las lluvias, los períodos de sequía prolongados y el aumento de las temperaturas. La falta de inversiones en adaptación —como variedades de marañón resilientes a la sequía, calendarios de siembra basados en datos climáticos y una infraestructura adecuada de almacenamiento y riego— incrementa aún más la vulnerabilidad frente a los impactos climáticos.
Al mismo tiempo, la expansión del sector ejerce presión sobre los paisajes boscosos y los ecosistemas circundantes, ya que el cultivo no planificado a menudo invade zonas ecológicamente sensibles. Muchos pequeños agricultores, que en muchos casos desconocen las repercusiones ambientales y económicas a largo plazo, han talado zonas boscosas, lo que reduce la biodiversidad, altera los ciclos de agua locales y socava las funciones de regulación climática natural que brindan los bosques.

Foto: Manuth Buth / UNDP Cambodia

En la provincia de Stung Treng, en Camboya, la cosecha de marañón suele comenzar a principios de marzo y continuar hasta fines de mayo. Foto: Sreylen Hak / PNUD Camboya

El programa SCALA reunió a organismos gubernamentales, agricultores locales, agentes del sector privado y la sociedad civil para promover la producción sostenible del marañón. Foto: Sreylen Hak / PNUD Camboya
Para abordar estas cuestiones, el programa SCALA ha facilitado consultas con las partes interesadas y trabajos analíticos en colaboración con instituciones gubernamentales, organizaciones de productores y agentes privados con el fin de promover prácticas resilientes al clima y reforzar la cadena de valor del marañón. Las conclusiones señalan la necesidad de medidas de adaptación específicas, como prácticas agrícolas resilientes al clima, mejores infraestructuras posteriores a la cosecha y modelos de financiación que incentiven la producción sostenible. En conjunto, estas medidas pueden aumentar la resiliencia del sector ante futuros impactos climáticos.
Como parte de la colaboración facilitada por el programa SCALA, el Banco de Desarrollo Agrícola y Rural (ARDB, por sus siglas en inglés) ofrece préstamos verdes a agricultores y cooperativas para apoyar el crecimiento sostenible de la cadena de valor del marañón. Los préstamos están sujetos al cumplimiento de salvaguardas ambientales, como evitar la deforestación y adoptar prácticas de uso de la tierra más sostenibles.
Además, dado que Camboya exporta la mayor parte de su marañón sin procesar —lo que limita las oportunidades de añadir valor, crear empleos y fomentar el crecimiento económico nacional—, la federación camboyana del marañón (Cambodia Cashew Federation, CCF) ha tenido un rol clave en la identificación de oportunidades de inversión en el procesamiento local y en la exploración de la colaboración transfronteriza con procesadores más establecidos en el vecino Viet Nam.
En conjunto, estas medidas tienen por objeto reducir la degradación ambiental, crear valor añadido mediante el procesamiento local y apoyar la transición hacia sistemas de producción de marañón resilientes al clima que beneficien tanto a los productores como a los ecosistemas.
Marañón y yuca resilientes al clima en Côte d'Ivoire
Côte d'Ivoire es el primer productor mundial de marañón sin procesar y líder regional en la producción de yuca. Ambos cultivos son esenciales para los ingresos rurales, la seguridad alimentaria y el empleo, en particular para las mujeres que se dedican a su procesamiento.
Los árboles de marañón pueden soportar períodos de sequía moderados y, por lo tanto, tienen un gran potencial como cultivo resiliente al clima. La yuca, como alimento básico, es fundamental para la dieta local y se suele procesar para elaborar el attiéké, un plato tradicional de Côte d’Ivoire. Sin embargo, ambas cadenas de valor se enfrentan a desafíos relacionados con la eficiencia, la inversión y la vulnerabilidad climática.

Las mujeres de Côte d'Ivoire desempeñan una función esencial en el procesamiento de la yuca y el marañón, y se pueden beneficiar de manera considerable de las mejoras en la eficiencia del procesamiento. Foto: PNUD Côte d’Ivoire

El programa SCALA trabaja para reducir las pérdidas posteriores a la cosecha mediante la mejora del procesamiento, el almacenamiento y el acceso al mercado de la yuca. Foto: PNUD Côte d’Ivoire
El programa SCALA entrevistó a agentes de ambas cadenas de valor, desde productores a mayoristas internacionales y científicos, con el fin de identificar los obstáculos a la inversión del sector privado y las estrategias para impulsar un crecimiento resiliente al clima. Luego, se convocó un diálogo entre múltiples partes interesadas, en el que participaron representantes del sector público, empresas privadas, cooperativas y bancos locales, con el fin de debatir y validar estas conclusiones y acordar posibles medidas de reducción de riesgos para facilitar la inversión en la producción de marañón y yuca resilientes al clima.
Un desafío clave que surgió en las consultas fue que las instituciones financieras suelen considerar a los pequeños productores como de alto riesgo debido a la falta de garantías y de registros financieros formales. Los diálogos entre múltiples partes interesadas identificaron una serie de medidas que podrían ayudar a reducir el riesgo de estas inversiones.
Por ejemplo, las plataformas digitales que reúnen datos de los productores y sus historiales de crédito podrían ayudar a mitigar los riesgos, lo que haría más viable la concesión de préstamos por parte de los bancos y mejoraría el acceso al crédito para los agricultores. La combinación de créditos con seguros de cosechas y asistencia técnica también puede reducir el riesgo de pérdidas de cosechas, al tiempo que favorece la resiliencia de los pequeños productores y la viabilidad de sus negocios. Además, la capacitación de los agentes bancarios locales sobre productos financieros climáticamente inteligentes puede ayudar a promoverlos e incentivar su adopción.
Otra medida que podría mejorar las cadenas de valor en ambos sectores es la incorporación de la perspectiva de género en los planes de inversión. Por ejemplo, dado que las mujeres desempeñan una función central en el procesamiento de la yuca y también participan activamente en el del marañón, la mejora de la eficiencia del procesamiento podría aumentar de manera considerable los ingresos de las cooperativas y las empresas dirigidas por mujeres, al tiempo que reduciría el carácter perecedero de los productos.
Côte d'Ivoire también trabaja para atraer inversiones que garanticen la integración de la perspectiva de género a lo largo de la cadena de valor mediante el uso de la herramienta de Revisión de la Acción Climática PNUD-FAO (disponible en inglés) desarrollada en el marco del programa SCALA.

Las cooperativas dirigidas por mujeres de Yoboué́kro (Côte d'Ivoire) utilizan métodos tradicionales de prensado de la yuca para minimizar las pérdidas posteriores a la cosecha y aumentar el valor de sus cosechas. Foto: PNUD Côte d’Ivoire

Las mujeres procesan con cuidado la yuca a mano, un paso esencial que ayuda a preservar la calidad del producto y a apoyar los medios de subsistencia locales. Foto: PNUD Côte d’Ivoire
Producción de carne bovina libre de deforestación en Costa Rica
Costa Rica ha asumido un papel de liderazgo mundial en la conservación de la biodiversidad y la acción climática y ha demostrado su compromiso con la sostenibilidad a través de políticas progresistas y marcos estratégicos. Sin embargo, persisten los desafíos para la implementación, sobre todo en sectores productivos como la ganadería, que ha contribuido históricamente a la deforestación y la degradación del suelo.
Para abordar estos problemas, Costa Rica creó una norma técnica nacional para la carne bovina libre de deforestación. Con el apoyo del programa SCALA, el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), la Corporación de Fomento Ganadero (CORFOGA) y el Instituto de Normas Técnicas de Costa Rica (INTECO) desarrollaron de manera conjunta una norma que establece directrices para certificar la producción de carne bovina libre de deforestación y promueve prácticas sostenibles desde el punto de vista ambiental, el bienestar animal y la trazabilidad a lo largo de toda la cadena de valor.
Un proyecto piloto en la región de Brunca probó la aplicación de la certificación en 15 fincas ganaderas, con el fin de apoyar la implementación de prácticas sostenibles, como la producción de ensilado y la creación de bancos de forraje para garantizar la disponibilidad de alimento tanto en la estación seca como en la lluviosa. Estas prácticas mejoran la resiliencia a la variabilidad climática y favorecen la productividad del ganado durante todo el año. Los participantes en el proyecto piloto también reciben asistencia técnica del Ministerio de Agricultura y Ganadería y de la Corporación de Fomento Ganadero, que incluye el apoyo en la adopción de medidas de adaptación climática y la preparación para su futura certificación.

El sistema de certificación de carne bovina libre de deforestación promueve los enfoques inclusivos de género para garantizar que las mujeres y los hombres tengan las mismas oportunidades de participar y beneficiarse de las cadenas de valor de la carne bovina sostenible. Foto: FAO Costa Rica

Los ganaderos de Costa Rica crían ganado conforme a los principios de producción libre de deforestación, de conformidad con el sistema de certificación. Foto: FAO Costa Rica / Sarapiquí
Al mismo tiempo, la fundación Osa Conservation colaboró con las fincas participantes para elaborar planes de finca y ofrecer inversiones básicas que permitieran a los productores cumplir las normas de certificación. Estas actividades también contribuyeron a los objetivos regionales de reforestación y restauración de hábitats, tal y como se establece en el Plan Nacional de Adaptación (PNAD) del país.
El programa SCALA también realizó un estudio de mercado para evaluar la demanda actual y potencial de carne bovina libre de deforestación y productos lácteos diferenciados. Esta investigación contribuye a identificar nuevas estrategias para que los productores costarricenses accedan a mercados con conciencia ambiental.
Como parte de sus esfuerzos para incorporar la perspectiva de género, SCALA también facilitó el desarrollo de una hoja de ruta de género e inclusión social para las mujeres en la ganadería. Este proceso incluyó consultas con más de 120 mujeres y partes interesadas del sector de seis regiones del país, en las que se identificaron necesidades y oportunidades específicas para mejorar la participación y el liderazgo de las mujeres en los sistemas de ganadería sostenible.

El programa SCALA ayudó a Costa Rica a actualizar las capas de uso de la tierra para reflejar los cambios recientes en la cubierta forestal, con el fin de garantizar datos más precisos sobre la deforestación vinculada a la ganadería. Esta información actualizada se incorporó al sistema nacional de trazabilidad y se utilizó para reforzar la credibilidad y la transparencia del proceso de certificación de carne bovina libre de deforestación del país. Foto: FAO Costa Rica / Sarapiquí
El sector privado es clave para un futuro resiliente
Con sus recursos, innovación e influencia en las cadenas de valor agrícolas, el sector privado tiene una función vital que desempeñar en la promoción de los objetivos climáticos nacionales en los sistemas agrícolas y alimentarios. Al invertir en soluciones resilientes al clima, las empresas pueden transformar los sistemas de producción, reducir las emisiones y aumentar la resiliencia de las comunidades, los ecosistemas y las economías.
Los cambios regulatorios como el Reglamento de la Unión Europea sobre Deforestación (EUDR, por sus siglas en inglés) también crean nuevos incentivos para la inversión en la sostenibilidad y la resiliencia. A medida que los mercados demandan cada vez más productos libres de deforestación y cuya trazabilidad sea comprobable, los productores se deben adaptar no solo a los riesgos climáticos, sino también a la evolución de los requisitos comerciales. Esta dinámica brinda una oportunidad para armonizar los objetivos de adaptación con la competitividad del mercado.
Hacer realidad el potencial del sector privado para impulsar la acción climática en el sector agrícola exigirá una colaboración continua, políticas propicias y una financiación innovadora. A través de la acción público-privada y las asociaciones inclusivas, el trabajo que el programa SCALA lleva a cabo en Camboya, Côte d'Ivoire y Costa Rica demuestra que las cadenas de valor sostenibles y resilientes no solo son posibles, sino que ya están tomando forma.
*
Financiado por el Ministerio Federal de Medio Ambiente, Acción Climática, Protección de la Naturaleza y Seguridad Nuclear (BMUKN, por sus siglas en alemán) a través de su Iniciativa Climática Internacional (IKI, por sus siglas en alemán), el programa SCALA dirigido por el PNUD y la FAO apoya la participación del sector privado en la acción climática en 23 países mediante la identificación de desafíos, el mapeo de oportunidades de inversión y la elaboración conjunta de proyectos en consonancia con los objetivos climáticos nacionales. A través de su servicio de participación del sector privado (enlace en inglés), SCALA ofrece apoyo técnico específico y herramientas para vincular las prioridades públicas con soluciones privadas y ampliar las inversiones inclusivas y sostenibles.