Todas las fotos por: Daniela Peris/PNUD
En la capital administrativa de Bolivia, La Paz, la inseguridad alimentaria se está convirtiendo en un problema acuciante, agravado por los efectos del cambio climático, como las sequías y las inundaciones. La Paz tiene un entorno predominantemente urbano, y solo el 7 % de los alimentos se producen localmente. Depende del suministro de alimentos proveniente de otras partes del país para alimentar a sus más de 800.000 habitantes.
Para ayudar a hacer frente a esta crisis, Propacha, una iniciativa liderada por jóvenes, y Cruz Verde, un emprendimiento sostenible, han unido sus fuerzas para averiguar cómo se pueden cultivar y producir más alimentos localmente.
¿Su solución? Introducir huertos hidropónicos, orgánicos e inteligentes en las escuelas públicas. Esta iniciativa no solo aprovecha las tecnologías agrícolas innovadoras, sino que también fomenta la educación ambiental entre los jóvenes, lo que los empodera para convertirse en agentes de cambio en sus comunidades. Fue una de las 50 soluciones climáticas que recibieron financiación inicial en el marco de la convocatoria de soluciones Youth4Climate. (enlace en inglés)
Hablamos con Ana Lucía Encinas y Luis Guillermo Mallea Morales, de Propacha, y Félix Angulo Zubieta, de Cruz Verde, sobre la concepción de su proyecto, las características innovadoras de sus huertos inteligentes y el impacto que tienen en sus comunidades.
¿Qué desafíos o necesidades específicos buscaban abordar con esta iniciativa?
Ana Lucía: Bolivia es uno de los países con mayor índice de inseguridad alimentaria en el mundo. Esto quiere decir que en Bolivia no producimos la cantidad de alimentos necesarios para satisfacer a toda la población. En las ciudades sumamente urbanas, no producimos nuestros propios alimentos, dependemos del campo, del área rural, que está siendo afectada por el cambio climático. Entos impactos fuerzan a las personas a migrar a las ciudades, y no tenemos suficientes alimentos para ellas.
También está el tema de la cultura alimenticia. Como aquí en La Paz hace frío, producimos principalmente carbohidratos, como papa y chuño, que no contribuyen demasiado a la nutrición de las personas. Por ejemplo, el 30% de los niños y niñas tienen sobrepeso y cerca del 10 % sufren de obesidad (enlace en inglés). Estas razones influenciaron el nacimiento de nuestra iniciativa.
¿Cómo surgió la iniciativa?
Ana Lucía: esta iniciativa surge como una alianza entre Propacha y Cruz verde, un emprendimiento sostenible que se enfoca en la generación de espacios hidropónicos usando nuevas tecnologías. Y como movimiento Propacha, somos un movimiento de jóvenes que trabaja en temas ambientales.
Un día, planteamos la idea de hacer un huerto a nivel escolar que fomente la educación de niños y niñas, mostrándoles cómo aplicar nuevas tecnologías de agricultura. Queríamos mostrar a la ciudad y al mundo que en Bolivia también podemos producir nuestros alimentos de manera sostenible sin necesidad de grandes espacios de tierra, sin necesidad de quemar los bosques ni usar excesivos recursos de agua.
¿Cuáles son los aspectos innovadores de los huertos hidropónicos, orgánicos e inteligentes implementados en las escuelas públicas de La Paz?
Felix: Cruz Verde es una nueva empresa que nace justamente por la necesidad de crear huertos urbanos que incorporan tecnología. Junto a estudiantes tesistas desarrollamos ciertas tecnologías que son innovadoras en nuestro medio, pero que ya se usan en otros países para producir alimentos. Junto a Propacha, decidimos combinar este tipo de tecnologías con un proyecto social para poder crear lo que es el primer huerto inteligente para jóvenes en Bolivia. Con los fondos que consiguió Propacha del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), logramos ejecutar este tipo de tecnologías que habíamos desarrollado con nuestro equipo por primera vez en Bolivia y en la región. Los fondos de Youth4Climate nos ayudarán a expandir y escalar el proyecto.
Este tipo de tecnología nos permite germinar una gran cantidad de semillas al mismo tiempo, brindándoles iluminación extra en época de invierno, si es que no hay mucho sol. También mantiene una ventilación extra y les hace un riego automatizado con nutrientes para que podamos producir gran cantidad de plantines. Esos plantines van a las otras áreas del huerto para la producción, que son las cajas de cultivo, y el sistema hidropónico, que es el cultivo de hortalizas sin tierra. Con estos modelos, tratamos de enseñar a los niños y las niñas que existen nuevos modelos tecnológicos para producir los alimentos de las ciudades del futuro.
¿Cómo han recibido las escuelas y la comunidad local al proyecto Propacha?
Guillermo: en un inicio, fue interesante porque cuando les dijimos “huerto inteligente”, la comunidad no entendía el concepto. Pero cuando les dijimos que nosotros teníamos todo el compromiso, el presupuesto, todo lo que necesitábamos, decidieron confiar en nosotros. De la misma manera, la alcaldía nos dijo que nos apoyaría. Por ejemplo, el piso del huerto está hecho de baldosas recicladas de las avenidas de la ciudad. Cuando la ciudad las cambió, en vez de botarlas, las trajeron acá y las pusimos. Las familias han trabajado también de diferentes formas con nosotros, con sus propias manos, en el proyecto, porque tenían esperanza de ver cómo sus hijos podían llevar alimentos a su casa, porque esa había sido nuestra promesa. Y una vez que les mostramos que era posible, lo tomaron muy bien. Ha sido algo que ha unido a las unidades educativas y les ha dado a los niños algo más por lo que hablar de su colegio, como que su colegio es algo especial.
¿Qué significó para ustedes haber ganado el premio Youth4Climate y la financiación de capital inicial?
Ana Lucía: lo que nos motivó para aplicar al llamado de soluciones de Youth4Climate fue la necesidad de financiamiento para desarrollar este proyecto, y por la trayectoria que tiene el PNUD en materia de educación ambiental, seguridad alimentaria, y el trabajo con juventud. Habíamos visto varias de las iniciativas y pensamos que no perderíamos nada si aplicábamos.
Para nosotros, como jóvenes bolivianos, significa muchísimo porque aquí, en Bolivia, este financiamiento vale mucho y nos va a permitir hacer no solo uno, sino dos huertos más, y replicar este proyecto a gran escala. Y no solo eso, sino también fortalecer los talleres de socialización, los entrenamientos de los niños y las niñas para el manejo de los huertos, y la elaboración de manuales. Este apoyo y financiamiento nos va a permitir avanzar en el crecimiento de este proyecto y que no solamente una comunidad se vea beneficiada, sino también distintas comunidades de La Paz, de manera que ellas puedan intercambiar experiencias y conocimientos. Queremos que los mismos profesores y directores, la misma comunidad pueda sentirse beneficiaria de este proyecto, porque beneficia a la comunidad entera. No es que nosotros llegamos y construimos el huerto, sino que la comunidad participó de la construcción.
¿Qué papel desempeñan las iniciativas lideradas por jóvenes como Propacha a la hora de impulsar una acción climática significativa e inspirar un cambio social más amplio?
Guillermo: debo ser muy sincero, los jóvenes soñamos mucho, pero plasmamos poco porque las oportunidades son muy limitadas. El hecho de que estemos acá es porque se han juntado muchas cosas para que se dé, y eso lo apreciamos mucho. Pero nos llama la atención, y es también un llamado a la acción para que los jóvenes no se rindan, aunque el camino sea duro. También es un llamado a que las instituciones brinden estas facilidades para que las ideas de la juventud se puedan plasmar y escalar.
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Youth4Climate (Y4C) es una iniciativa mundial, puesta en marcha en mayo de 2022, codirigida por el Gobierno de Italia y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Su secretaría se encuentra en el Centro de Roma para la Acción Climática y la Transición Energética del PNUD.
Y4C reúne recursos, herramientas, capacidades, alianzas, redes y movimientos existentes y nuevos dirigidos por jóvenes y diseñados para ellos, tanto en línea como en otros medios. Centra su atención especialmente en la implementación de soluciones, con el fin de lograr un impacto más sostenido en el clima sobre el terreno. Su objetivo es fomentar un entorno inclusivo, seguro y propicio en el que los jóvenes puedan liderar y asociarse con otras partes interesadas en la acción climática.
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