¿Qué relación existe entre la igualdad de género y el cambio climático?

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igualdad de género y acción climática
También disponible en inglés y francés

¿Por qué es importante la igualdad de género cuando se habla de acción climática?

Si bien el cambio climático es una amenaza para todas las personas, no afecta a todas de la misma manera. Las repercusiones del cambio climático perpetúan y magnifican las desigualdades estructurales, como, por ejemplo, las que hay entre mujeres y hombres. Lo anterior es especialmente cierto en muchas partes del mundo donde las mujeres se ganan el sustento en empleos relacionados con el clima, como la agricultura y otro tipo de trabajos manuales.

La crisis climática, al igual que prácticamente cualquier otro reto humanitario o de desarrollo, incide más en las mujeres. Esto se debe al reparto desigual del poder entre mujeres y hombres, la brecha de género en el acceso a la educación y las oportunidades laborales, la carga de cuidados no remunerados y la prevalencia de la violencia de género, además de las demás formas de discriminación de género profundamente arraigadas.

Por ejemplo, las mujeres desempeñan un papel importante en la producción agrícola, pero a menudo no tienen el mismo acceso a los recursos y los servicios agrícolas o a los procesos de toma de decisiones oficiales que atañen a la agricultura y el cambio climático. Según una estimación, si todas las mujeres que se dedican a la agricultura en pequeña escala tuvieran igual acceso a los recursos, el rendimiento de sus explotaciones aumentaría entre un 20 % y un 30 %, de 100 a 150 millones de personas dejarían de padecer hambre y las emisiones de dióxido de carbono podrían reducirse en 2,1 gigatoneladas para 2050, gracias a mejores prácticas agrícolas.

A pesar de que un tercio del empleo de las mujeres a nivel global corresponde al sector agrícola, las mujeres representan únicamente el 12,6 % de los propietarios de tierras. Esta falta de control sobre los recursos se traduce en que las mujeres solo reciben el 10 % del total de ayudas para la agricultura, la silvicultura y la pesca. Asimismo, implica una mayor vulnerabilidad, ya que las mujeres tienen un menor acceso a la información sobre tecnologías de adaptación, sistemas de cultivo y fenómenos meteorológicos. Facilitar a las mujeres un mayor acceso a los recursos puede reducir la vulnerabilidad y crear hogares y comunidades más resilientes.

Además, involucrar a las mujeres en la toma de decisiones puede contribuir a impulsar la adopción de políticas sobre el cambio climático y fortalecer las iniciativas de mitigación y adaptación al asegurar que satisfagan las necesidades de las mujeres..

Sin embargo, es frecuente que la participación de las mujeres en la toma de decisiones y su potencial de liderazgo en los temas relacionados con el clima se vean obstaculizados por las responsabilidades de cuidados no remunerados. A escala mundial, las mujeres llevan a cabo más del 75 % del trabajo de cuidados no remunerados, o, lo que es lo mismo, 3,2 veces más que los hombres. Cuando ocurren desastres inducidos por fenómenos climáticos, esta cifra no hace más que aumentar, ya que las mujeres asumen cargas adicionales para contribuir a la recuperación y la reconstrucción de sus hogares y comunidades.

Los factores de estrés relacionados con el clima también pueden repercutir en el acceso a la educación y el mercado laboral por parte de las mujeres y las niñas. Esto se debe a que aumenta el tiempo que deben dedicar a las tareas domésticas y, con ello, se perpetúa el ciclo de desempoderamiento. Además, tras un desastre inducido por el clima, las mujeres y las niñas pueden estar en situación de mayor vulnerabilidad ante la violencia de género y, en consecuencia, tener la necesidad de recurrir a servicios de calidad que sean esenciales para su seguridad y recuperación, y de ocupar puestos en la mesa de toma de decisiones.

Estos son algunos de los motivos por los que no se pueden lograr soluciones climáticas a largo plazo sin fomentar la igualdad de género y el empoderamiento y el liderazgo de las mujeres. Ahora, más que nunca, urge hacer de la igualdad de género un tema fundamental de la acción climática.

2. ¿Cómo puede contribuir la igualdad de género a la acción climática?

Para que las soluciones climáticas sean eficaces, deben integrar plenamente la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres.

Un paso fundamental para evaluar la repercusión que tiene el cambio climático en las mujeres y los hombres de manera diferenciada es llevar a cabo un análisis de género (enlace en inglés). Con él se pueden detectar las desigualdades y las brechas de género que existen y las cuestiones que requieren medidas pertinentes. Una vez se ha comprendido mejor la distribución relativa de los recursos, las oportunidades, las limitaciones y el poder en un contexto dado, se pueden elaborar políticas e iniciativas climáticas más eficaces y basadas en la evidencia, a fin de satisfacer las necesidades de las mujeres y las niñas, así como las de los hombres y los niños.

Al elaborar y aplicar nuevas políticas climáticas, se debe garantizar que los hombres y las mujeres se benefician de manera igualitaria de las asignaciones presupuestarias a la acción climática. Con ello, se favorece que todo el mundo haga uso de sus habilidades y su liderazgo para responder a la crisis.

Por otro lado, las políticas climáticas que están en sinergia e integradas con objetivos de igualdad de género obtienen mejores resultados en cuanto a transformaciones profundas que son necesarias para afrontar la crisis climática y garantizar la justicia social.

género y acción climática

¿Qué ejemplos pueden mencionarse de iniciativas de acción climática que hayan tenido en cuenta la igualdad de género?

Fomentar la capacidad de las mujeres es muy importante para garantizar su inclusión en la formulación de nuevas políticas climáticas, así como para subsanar la brecha de género de la toma de decisiones en torno a los fenómenos climáticos. Por ejemplo, Bhután ha impartido capacitación entre coordinadores para las cuestiones de género en diferentes ministerios y entre organizaciones de mujeres a fin de que puedan coordinar e implementar iniciativas en materia de igualdad de género y cambio climático.

A la vista de los obstáculos y las desigualdades a los que hacen frente las mujeres en el acceso a los recursos, el crédito, la tecnología, el empleo y las oportunidades económicas, la creación de nuevos mecanismos de financiación puede mejorar la contribución de las mujeres en la acción climática. Por ejemplo, Zimbabwe está creando un fondo de energía renovable que generará oportunidades de emprendimiento específicas para las mujeres. En Uzbekistán, un programa piloto sobre las denominadas “hipotecas verdes” ayudó a que diversos hogares rurales de cinco regiones accedieran a tecnologías energéticas con bajas emisiones de carbono. Puesto que el programa incluía criterios sensibles al género y se centraba en las mujeres, los hogares encabezados por estas asumieron el 67 % de las hipotecas. Cuando la financiación climática es receptiva a las cuestiones de género todo el mundo sale ganando: se mejora la eficacia, la eficiencia y la sostenibilidad de las inversiones, al tiempo que aumenta el empoderamiento y la resiliencia de las mujeres.

Asimismo, los países deben rendir cuentas respecto al progreso y los resultados en igualdad de género para las mujeres y los hombres, y deben evaluar en qué medida sus intervenciones climáticas adoptan una perspectiva de género. Por ejemplo, el Uruguay ha creado un sistema de monitoreo, reporte y verificación sensible al género a fin de supervisar la manera en la que la programación de la contribución determinada a nivel nacional (NDC, por sus siglas en inglés) respalda la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. El sistema se mejoró y se volvió a presentar en 2021.

Los ministerios nacionales que tienen el mandato de respaldar la igualdad de género deben estar presentes y participar activamente en la coordinación de la implementación de la NDC, así como en la toma de decisiones relacionadas con las repercusiones y la acción climáticas en términos más generales. En Cabo Verde, el Instituto para la Igualdad y Equidad de Género, un organismo de apoyo a numerosos sectores, marca la pauta a la hora de definir necesidades, metas e indicadores específicos relacionados con la integración de las cuestiones de género en la acción climática en todos los sectores y esferas de intervención.

 

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¿Qué países están progresando en cuanto a igualdad de género relacionada con la acción climática?

Varios países como Chile, Uganda, el Líbano, Camboya y Georgia están progresando respecto a la integración estratégica de las consideraciones de género en la acción climática en el contexto del cumplimiento de sus NDC.

En los últimos años, Chile se ha esforzado por integrar adicionalmente las dimensiones de género en la revisión y la implementación de su NDC. En este sentido, uno de los resultados más destacables es la creación de la Mesa de Género y Cambio Climático, que elaboró una lista de verificación para incorporar cuestiones de género en los instrumentos dedicados a combatir el cambio climático. Chile, a través del Ministerio de Hacienda, también ha trabajado en la elaboración de una nueva metodología a fin de evaluar los presupuestos públicos centrados en el gasto para el cambio climático desde una perspectiva de género.

Uganda y Líbano son dos países que han llevado a cabo análisis de género, además de revisar sus NDC, con el objetivo de comprender mejor las repercusiones del cambio climático en las mujeres y los hombres de manera diferenciada y evaluar las brechas de género en la implementación de medidas de mitigación y adaptación en sectores clave. Por ejemplo, el análisis del Líbano proporcionó puntos de partida para aumentar la inclusividad y la receptividad desde el punto de vista del género sobre las políticas, las estrategias, la planificación y los aspectos de la presentación de informes en relación con el cambio climático, además de servir de base del documento How to put Gender-responsive Climate Solutions into Action: Lebanon’s Approach, a framework for mainstreaming gender in climate action (Cómo poner en práctica soluciones climáticas sensibles al género: enfoque del Líbano, un marco para integrar el género en la acción climática).

La NDC de Camboya incluyó las cuestiones de género como un criterio clave para priorizar las medidas de mitigación y adaptación. Gracias a ello, la mayoría de medidas prioritarias de la NDC contenían metas relacionadas con la participación de las mujeres, que oscilaban entre el 15 % y el 70 %. De hecho, la NDC va más allá y recomienda enfoques receptivos a las cuestiones de género que faciliten la participación significativa de las mujeres en medidas climáticas específicas y proporciona indicadores para cuantificar dicho cambio.

Con el propósito de implementar su NDC, Georgia elaboró una guía para integrar las cuestiones de género en las intervenciones contra el cambio climático. Esta guía actualmente está a disposición de todos los funcionarios que trabajan en cuestiones ambientales. En ella se explica cómo el cambio climático repercute de manera desproporcionada en las mujeres y las niñas, y se señalan actividades con perspectiva de género útiles en sectores clave afectados por el cambio climático como, por ejemplo, la agricultura, la silvicultura, la energía, el transporte, la construcción y la industria.

¿Qué dificultades surgen al tratar de integrar las consideraciones de género en la acción climática?

En la primera ronda de las NDC, la cual se inició en 2015, el tema de la igualdad de género se trató muy someramente, sin que prácticamente ningún país presentara medidas o políticas específicas al respecto.

Esto puso de manifiesto las dificultades a las que se enfrentaban muchos países cuando tenían que integrar las consideraciones de género en sus políticas climáticas y sus planes de acción. Uno de los principales problemas radicaba en la falta de información y datos desglosados por sexo durante la elaboración de las NDC, lo que limitaba la comprensión y la base de pruebas sobre cómo las cuestiones climáticas influyen de manera diferente en las mujeres y los hombres.

Además, la participación limitada de los grupos de mujeres y otras organizaciones de la sociedad civil en los procesos de formulación de políticas contra el cambio climático ha provocado que la planificación de la acción climática no siempre tenga perspectiva de género. La consulta a las organizaciones de mujeres y su inclusión en la planificación y la toma de decisiones puede contribuir a garantizar que la acción climática sea sensible al género, ya que permite recurrir a mediciones específicas para satisfacer las necesidades y subsanar las vulnerabilidades específicas de las mujeres y los hombres.

La ausencia de dimensiones de género en la primera generación de NDC subrayó la necesidad de apoyo a los países para que pudieran materializar sus propósitos a favor de la igualdad de género en medidas y políticas concretas. A fin de corregir estas carencias y crear una base más firme a favor del progreso, la Iniciativa Climate Promise del PNUD elaboró un enfoque con múltiples ejes que se centraba en el fortalecimiento de la acción climática con perspectiva de género en tres esferas fundamentales: 1) la gobernanza eficaz, 2) la planificación inclusiva y 3) marcos de políticas integrados. Asimismo, la Iniciativa Climate Promise promovió el uso de los análisis de género en profundidad como herramienta para comprender los papeles que desempeñan mujeres y hombres en los sectores prioritarios de las NDC, las desigualdades estructurales a las que hacen frente las mujeres en relación con la acción climática y las oportunidades que existen para impulsar la participación de las mismas en las soluciones climáticas.

Este enfoque partía de diversas iniciativas en curso dirigidas a lograr una integración más sistemática de las cuestiones de género en el ciclo quinquenal de examen de las NDC, y sirvió para mejorar considerablemente la calidad de las mismas en el período desde 2015 hasta 2020 y 2021. En la actualidad, el 95 % de las NDC contienen alguna referencia a las cuestiones de género, en comparación con el 47 % de 2015; a su vez, el 52 % de las NDC revisadas incluyen medidas de adaptación sensibles al género, en comparación con únicamente el 11 % de 2015.

A pesar de estos avances, el progreso de la igualdad de género siempre se ve amenazado por los cambios que acontecen en los ámbitos político, económico y social. Para acelerar la implementación sensible al género de las NDC y evitar el retroceso de cualquier logro alcanzado en el ámbito del desarrollo, sigue siendo necesario derribar toda una serie de obstáculos relacionados con las políticas, la gobernanza y la financiación. Esto requiere contar con mejores mecanismos de coordinación entre los ministerios, centrando la atención en fomentar la capacidad institucional respecto a una acción climática que responda a las cuestiones de género.

De cara a los próximos años, el reto consistirá en ayudar a los gobiernos para que cambien las estructuras de poder y los sistemas que exacerban las desigualdades de género e impiden que se ejerza el liderazgo de las mujeres, a medida que fortalecen la mitigación y la adaptación ante los fenómenos climáticos.

Además, pese a que las ventajas de dirigir la financiación climática hacia la acción climática con perspectiva de género son claras, estas se deben conocer y comprender de manera más generalizada. Las desigualdades suponen costos de desarrollo en toda la sociedad, más especialmente en un momento en el que las personas luchan por hacer frente a los efectos del cambio climático.

Sin igualdad de género se agota la esperanza de alcanzar la transformación necesaria para combatir el cambio climático y garantizar un futuro sostenible y justo para todos.