La crisis climática y nuestra respuesta colectiva a ella definirán la vida de todos los jóvenes del mundo. Según un estudio de 2021 (en inglés), muchos de ellos afirman sentirse tristes, ansiosos, enojados, impotentes, desamparados o incluso culpables por el cambio climático.
Estos sentimientos están justificados. La juventud es uno de los grupos más vulnerables a los efectos ambientales causados por el cambio climático, y la mayoría de las veces está excluida de las posiciones de poder e influencia en la toma de decisiones nacionales.
En ningún lugar es esto más cierto que en los países en vías de desarrollo.
En la región de los países árabes, donde alrededor del 60 % de la población tiene menos de 30 años, la crisis climática está exacerbando las vulnerabilidades medioambientales y exponiendo a un número cada vez mayor de comunidades a la inseguridad hídrica y alimentaria, a las condiciones meteorológicas extremas, a los conflictos por la disminución de los recursos y a los desplazamientos.
En medio de estos desafíos, muchos jóvenes están asumiendo el liderazgo climático. Impulsados por el deseo de comprometerse de forma significativa con la acción climática, están adoptando una diversidad de funciones en el gobierno, el mundo académico, la sociedad civil, los medios de comunicación y el sector privado y trabajan para responder a la mayor amenaza de la humanidad.
No están solos. Iniciativas como el Programa de Liderazgo Juvenil del PNUD (enlace en inglés) apoyan a los jóvenes de la región de los países árabes para que se conviertan en agentes de un cambio social positivo y creen soluciones para el desarrollo sostenible. Además, la iniciativa Climate Promise del PNUD trabaja con los gobiernos de la región para incluir a la juventud en las consultas sobre los compromisos climáticos nacionales y diseñar políticas específicas que permitan a los jóvenes liderar la acción climática.
He aquí cinco increíbles jóvenes líderes climáticos de los países árabes que nos dan esperanza para un mundo comprometido con la solución de la crisis climática.
Elsy creció rodeada de la rica biodiversidad del Líbano, conocido como la tierra de los antiguos cedros desde los tiempos de Gilgamesh. Su padre le inculcó la convicción de que si cuidas la naturaleza, la naturaleza te recompensa.
Pero con el paso de los años, empezó a darse cuenta de que su país había dejado de ser famoso por la belleza de sus árboles y sus costas para convertirse en un país infame por su contaminación.
Una de las principales causas de esa contaminación es la producción de energía. Elsy decidió estudiar química porque la vio como el puente entre todas las ciencias que podría ayudar a los países a producir la energía necesaria para el desarrollo, sin destruir el medioambiente.
“Desde pequeña me ha gustado resolver problemas. Soy ingeniera, así que esto es lo que hago”.
Elsy, que se autodefine como centrista, cree que no todos los países son capaces de abandonar los combustibles fósiles con la rapidez necesaria y aboga por una combinación energética equitativa que se adapte a las capacidades y necesidades de cada país. Su investigación se centra en las tecnologías del carbono que capturan, almacenan y utilizan el dióxido de carbono. Próximamente, iniciará una colaboración de un año con la Agencia Internacional de Energías Renovables para trabajar en políticas relacionadas con la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
En 2020, Elsy se incorporó al Programa de Liderazgo Juvenil del PNUD. Tras la explosión del puerto de Beirut ese mismo año, fue una de las cofundadoras de la iniciativa de Ingeniería Sostenible y Ciencias de la Vida, que trabaja para desarrollar una visión de una Beirut sostenible. En 2021, llevó esa visión colectiva a la pre-COP26 en Italia.
Elsy, una gran oradora con dominio de varios idiomas, asume su papel de mediadora. Cree que el mundo está demasiado polarizado y quiere ayudar a tender puentes entre estas divisiones. Su pasión y determinación la convertirán en un modelo para las nuevas generaciones de activistas del clima.
“Estoy muy orgullosa de mi generación. Somos conscientes del clima y sabemos lo que queremos”.
La pasión de Salem por las cuestiones medioambientales comenzó cuando estaba terminando su carrera de ciencias empresariales en Canadá. Se inspiró especialmente en los zabbaleen, los singulares recolectores de basura de El Cairo que reciclan hasta el 90 % de los residuos de la ciudad.
En cuanto se graduó, Salem decidió trasladarse a Egipto y trabajar como voluntario en la Asociación para la Protección del Medioambiente para mejorar la vida de esta comunidad marginada pero asombrosamente resistente e ingeniosa, que gestiona el sistema de reciclaje más eficiente del mundo.
“Quería trabajar entre los zabbaleen y aprender de ellos. Son verdaderos empresarios sociales”.
Nacido en París en el seno de una familia de ascendencia egipcia y palestina, Salem se ha convertido, desde su traslado a Egipto, en un destacado empresario social del país. Es cofundador de Bassita, una empresa social que ha llevado a cabo con éxito varias iniciativas medioambientales en Egipto.
Una de esas iniciativas, llamada VeryNile, ayuda a los pescadores que se enfrentan a la disminución de las poblaciones de peces a mejorar sus medios de vida convirtiéndose en ecoempresarios que limpian el río Nilo cada día. Otra, llamada Clickfunding, ha recaudado más de 700 000 dólares para iniciativas con impacto social.
En 2021, como reconocimiento a su innovadora labor, Salem ganó el premio al mejor emprendedor social de los Premios al Emprendedor de Egipto.
Pero para Salem, el éxito no significa complacencia. Le gusta llegar a lugares donde otros nunca han estado. Recientemente, dejó a Bassita en manos de un equipo capaz para centrarse en la descarbonización a través de la tecnología financiera climática. Ahora trabaja en WeEarth, una iniciativa que ayuda a las personas a compensar sus emisiones de carbono mediante créditos de carbono.
Salem cree que los créditos de carbono pueden cambiar las reglas del juego, mediante la reducción las emisiones de carbono y la generación de fondos para ayudar a los más vulnerables a construir una vida mejor. Con un espíritu laborioso y el impulso de desafiar los supuestos dominantes, está comprometido en dar vida a su visión.
“Queremos inspirar a las personas para que alcancen las cero emisiones netas de carbono, estén donde estén y hagan lo que hagan”.
Para Abdulaziz, el agua y la energía son el centro del desarrollo humano. Pero no siempre es fácil acceder a ellas, un hecho que resulta especialmente evidente en las dispersas comunidades rurales del Reino de Arabia Saudita.
Como brillante ingeniero guiado por la compasión y un fuerte sentido del deber cívico, Abdulaziz está interesado en encontrar soluciones que mejoren la vida de los más necesitados. Durante su participación en el Programa de Liderazgo Juvenil del PNUD, diseñó un sistema que usa la energía solar y eólica para alimentar las plantas de desalinización y utiliza el agua limpia resultante tanto para mantener los hogares locales como para producir hidrógeno verde que sirve además como fuente de energía para la comunidad.
Abdulaziz cree que este tipo de sistemas circulares a pequeña escala son el futuro de la acción climática, y espera que se adopten y apliquen ampliamente en los próximos años.
“Siempre estoy pensando en qué soluciones necesitamos para llegar a donde queremos”.
En la actualidad, trabaja como especialista en energía en el Ministerio de Energía y usa su experiencia para ayudar a diseñar estrategias y políticas que hagan avanzar el programa de energía sostenible del Reino.
Paralelamente, está cursando un máster en ingeniería e investigando soluciones de almacenamiento de energía que no dependan de las baterías de litio, las cuales no pueden reciclarse. Su investigación consiste en evaluar la viabilidad del almacenamiento de energía en aire líquido, ya que esta tecnología consume menos recursos y no requiere la extracción de elementos de tierras raras.
En todo lo que hace, Abdulaziz está motivado por el deseo de dejarles un mundo mejor a sus hijos. Está agradecido por el sentimiento de comunidad y apoyo que ha encontrado en su tierra y se siente orgulloso del apoyo que su gobierno le ha ofrecido a él y a otros jóvenes para que se involucren en la acción climática.
“No queremos pasar este reto a la siguiente generación. Tenemos que resolverlo ya”.
Hasta hace unos años, el cambio climático no estaba en el radar de Amina. Yemen estaba en guerra y el acceso a los alimentos, la atención sanitaria y la seguridad eran prioridades mucho más importantes para la población de su país. Pero entonces, en 2020, se unió al Programa de Liderazgo Juvenil del PNUD y se dio cuenta de la importancia de la acción climática.
Como parte del programa, Amina tuvo que diseñar una iniciativa que promoviera la sostenibilidad. No dejaba de pensar en las familias yemeníes que habían perdido sus casas durante la guerra y en la excesiva cantidad de plástico que la gente desechaba cada día, y se preguntaba si ambos problemas podrían abordarse conjuntamente.
Con formación en marketing, Amina es curiosa y creativa. Se le ocurrió un plan para utilizar plástico reciclado para fabricar materiales de construcción que apoyen los esfuerzos de reconstrucción del país.
“Investigué un poco y me di cuenta de que otros países lo hacían. Pero quise adaptar el método a Yemen, ya que cada país tiene circunstancias diferentes”.
El proceso es ingenioso. Una vez recogido y lavado, el plástico se descompone en pequeños trozos que se mezclan con otros materiales, como el cemento, para fabricar ladrillos. Amina está realizando algunas pruebas finales con el apoyo de un ingeniero civil, y pronto empezará a poner en práctica su idea a través de una alianza con el PNUD.
Para Amina, no hay tiempo que perder cuando se trata de la acción climática. Y no cabe duda de que, gracias a su ingenio, su inventiva y su capacidad de adaptación, seguirá innovando y desarrollando nuevas soluciones climáticas para su país y el resto del mundo.
“No podemos esperar hasta 2050 para alcanzar las cero emisiones netas. Debemos trabajar rápido”.
Adel recuerda la Revolución de los Jazmines en Túnez como el momento en que empezó a interesarse por las cuestiones de derechos humanos. Ahora, más de 10 años después, tiene la certeza de que los derechos humanos y el bienestar del pueblo tunecino están completamente interrelacionados con las cuestiones medioambientales y el cambio climático.
“Comencé a fijarme realmente en los retos medioambientales a los que se enfrenta Túnez, como la escasez de agua y la sequía, y a entender cómo contribuyen a los problemas económicos y sociales de mi país”.
Con dos másteres, uno en geología ambiental y otro en derecho ambiental, Adel está a punto de iniciar un programa de doctorado en geología en septiembre de 2022.
Pero él sabe que la investigación por sí sola no es suficiente para detener la crisis climática. También es necesario legislar y sensibilizar a la población, afirma.
Túnez no tiene una ley sobre el cambio climático, pero Adel quiere participar en su elaboración cuando llegue el momento.
Como antiguo alumno del Programa de Liderazgo Juvenil del PNUD, también está comprometido con la sensibilización sobre cuestiones medioambientales. Le gusta conocer gente nueva, escucharla y utilizar sus conocimientos para comunicar por qué es fundamental la acción medioambiental.
Recientemente ha iniciado una colaboración con Radio Misk en Túnez, donde presenta un programa sobre temas medioambientales, llamado Eco Friendly. Cada episodio está dedicado a un tema diferente, como la contaminación por plásticos o la educación ambiental, y cuenta con invitados que tienen perspectivas únicas sobre esos temas.
Con una lista de logros cada vez mayor, Adel está seguro de que dejará una gran huella en el movimiento medioambiental de su país. Cree que los jóvenes son los verdaderos líderes del mundo y predica con el ejemplo, trabajando sin descanso por un mundo mejor.