Foto: Michael Kibuku / PNUD Kenya
Un agricultor en el norte de África observa el cielo preocupado en busca de señales de lluvia porque, si no llega, tendrá que competir con los ganaderos, quienes buscan mejores tierras de pastoreo. Al mismo tiempo, en una pequeña isla del Pacífico, las familias sopesan la dolorosa decisión de abandonar sus tierras ancestrales para escapar del aumento del nivel del mar, conscientes de que la reubicación a terrenos más altos podría tensionar las relaciones con las comunidades que ya viven allí. Y en las cercanías de los pantanos y lagos secos de Medio Oriente, las comunidades se preguntan cómo pueden construir un futuro en comunidad en un lugar donde cada mañana tienen que competir por el agua.
El cambio climático acentúa los riesgos para la paz y la seguridad alrededor del mundo. En algunos lugares, los eventos climáticos extremos pueden desencadenar una competencia por recursos como el agua y la tierra, al tiempo que generan una mayor precariedad en los medios de vida. Esto a su vez puede crear presiones adicionales al estado de derecho, fomentar disturbios y en algunos casos provocar el desplazamiento de poblaciones marginadas. Por su parte, en zonas ya afectadas por conflicto, la capacidad adaptativa de comunidades y gobiernos ante el cambio climático se ve altamente deteriorada, dando paso a un círculo vicioso en donde los impactos climáticos y la inseguridad se refuerzan mutuamente.
Más de 2.000 millones de personas en todo el mundo viven en entornos frágiles y afectados por conflictos. Para ellas, el cambio climático no es solo una preocupación ambiental, sino una dura realidad que determina si sus familias comen, si los niños y niñas van a la escuela o si la juventud tiene un futuro. Estos desafíos no afectan a todas las personas por igual. Las mujeres suelen soportar las cargas más pesadas, ya que pierden el acceso al empleo o se enfrentan a mayores riesgos de violencia cuando se producen las crisis. Las personas jóvenes (enlace en inglés) ven interrumpida su educación y su empleo, y les resulta más difícil construir un futuro estable en entornos tan cambiantes. Los pueblos indígenas suelen quedar excluidos de la toma de decisiones, a pesar de su extenso conocimiento de los paisajes locales. Cuando se ignoran sus perspectivas y prácticas, las comunidades pierden el acceso a generaciones de experiencia en la gestión de la tierra, el agua y los ecosistemas, conocimientos que son vitales para aumentar la resiliencia.
El vínculo entre el clima, la paz y la seguridad no es una simple cadena de causa y efecto. El cambio climático no conduce automáticamente a la violencia, pero sí multiplica los riesgos para la seguridad. Una sequía prolongada reduce el rendimiento de los cultivos, pero el hambre, las migraciones o los conflictos que esta pueda provocar dependen de la existencia de sistemas justos para compartir el agua, resolver las disputas y apoyar a las familias vulnerables. Cuando no existe una buena gobernanza, o cuando la exclusión es grave, las perturbaciones climáticas se pueden convertir en la chispa que atiza un malestar mayor.
Es por ello que las soluciones integrales son esenciales. La acción climática por sí sola no puede garantizar la paz, del mismo modo que la consolidación de la paz por sí sola no puede proteger a las comunidades de los impactos climáticos. Sin embargo, juntas, pueden fomentar comunidades más resilientes e impulsar el desarrollo sostenible.
  En muchos contextos frágiles, las mujeres van a buscar agua, cuidan las granjas y mantienen la unidad de los hogares durante las crisis. Foto: PNUD Timor-Leste / FVC
  Timor-Leste es muy vulnerable a las inundaciones, las sequías y los desprendimientos de tierra, que a menudo destruyen infraestructuras frágiles. Foto: Yuichi Ishida / PNUD Timor-Leste
Las personas ocupan un lugar central
Las respuestas más eficaces a los efectos del cambio climático parten de las propias personas. Las comunidades saben qué zonas se ven más afectadas por las inundaciones, cómo cambian las rutas de pastoreo durante las sequías o qué familias son más vulnerables cuando escasean los recursos. Cuando sus voces guían las decisiones, las soluciones suelen ser más duraderas. Las mujeres y las personas jóvenes deben ocupar un lugar central en estos esfuerzos. En muchos contextos frágiles, las mujeres se encargan de buscar agua, cuidar las granjas y mantener la unidad de los hogares durante las crisis; por su parte, las personas jóvenes pueden impulsar la innovación y la resiliencia a largo plazo.
Timor-Leste es muy vulnerable a las inundaciones, las sequías y los desprendimientos de tierras, que a menudo destruyen infraestructuras frágiles como carreteras y sistemas de riego. El Gobierno invirtió en infraestructuras resilientes al clima, como canales de riego reforzados para soportar lluvias torrenciales, muros de protección contra inundaciones y carreteras diseñadas para un clima cada vez más inestable; el enfoque fue tan importante como la propia infraestructura.
El proceso de planificación incorporó prácticas tradicionales de paz, como el Tara Bandu (acuerdos comunitarios sobre el uso de los recursos) y el Nahe Biti Boot (ceremonias de negociación), por medio de una iniciativa que contó con el apoyo del PNUD y el Fondo Verde para el Clima (enlace en inglés). Grupos de mujeres y organizaciones juveniles participaron activamente en las consultas, lo que garantizó que las personas más afectadas tuvieran voz en la planificación de las soluciones.
Como resultado, la infraestructura no solo resultó ser físicamente resiliente, sino que también cuenta con un arraigo social. Al asumir la responsabilidad en su manejo, las comunidades garantizaron la protección de estos sistemas, y se previno que ocurrieran potenciales disputas. En tan un solo distrito, más de 2.000 hogares obtuvieron acceso al agua durante todo el año, lo que redujo la vulnerabilidad climática y el riesgo de conflictos ante la escasez de recursos.
  Los pantanos del sur de Iraq se drenaron durante décadas de conflicto, lo que dejó a las comunidades en la pobreza. Foto: PNUD Iraq
  Cooperativas dirigidas por mujeres fabrican artesanías tradicionales con materiales locales, de este modo vinculan los medios de subsistencia con la conservación del ecosistema. Foto: PNUD Iraq
Generar confianza a través de la mediación
Si bien las soluciones climáticas son esenciales para la adaptación, la realidad es que incluso aquellas que son bien intencionadas pueden ser contraproducentes si ignoran las tensiones locales. Por ejemplo, un pozo perforado puede facilitar el acceso al agua, pero también puede ser una fuente de disputas si un grupo se siente excluido de su uso. Asimismo, la introducción de nuevos cultivos sin previa consulta puede fomentar el resentimiento en comunidades locales. Por ello, es crucial adoptar un diseño que tenga en cuenta los conflictos, anticipe los riesgos, escuche los reclamos y garantice la equidad.
Los pantanos del sur del Iraq, que solían ser famosos por su biodiversidad y como patrimonio cultural, se drenaron durante décadas de conflicto, lo que dejó a las comunidades en la pobreza y a los ecosistemas en ruinas. El aumento de las temperaturas y la disminución del caudal de los ríos agravaron la crisis.
El Gobierno del Iraq, con el apoyo del PNUD y el Gobierno de Suecia (enlace en inglés), emprendió iniciativas de restauración que combinan la energía limpia y oportunidades económicas. Mediante el uso de bombas impulsadas por energía solar, aldeas aisladas volvieron a acceder al agua potable. Los proyectos de ecoturismo crearon puestos de trabajo relacionados con la preservación de los humedales. Las cooperativas dirigidas por mujeres recibieron apoyo para elaborar y comercializar artesanías tradicionales, lo que vinculó los medios de subsistencia con la conservación.
Sin embargo, la verdadera innovación residió en la forma de gestionar los conflictos. Cuando surgían disputas sobre quién se beneficiaba de las zonas restauradas o de las oportunidades de medios de subsistencia, las personas que actuaban como facilitadoras y mediadoras comunitarias organizaban diálogos con las tribus y las aldeas. Se expresaban los reclamos, se realizaban ajustes y se establecían normas transparentes.
En dos años, mejoró el acceso al agua de más de 5.000 residentes, y el ecoturismo aportó nuevos ingresos a comunidades que antes dependían de la extracción insostenible de recursos naturales. Pero lo más significativo fue que el proceso restableció la confianza en las instituciones y mostró que la recuperación ambiental podía servir de plataforma para la consolidación de la paz.
  A medida que se aceleran los efectos climáticos, los países sufren una mayor escasez de agua, que a menudo provoca un aumento del malestar social y de los conflictos. Foto: Michael Kibuku / PNUD Kenya
  La combinación de imágenes satelitales con prospecciones terrestres realizadas por agricultores y pastores locales ayudó a crear un mapa de las fuentes de agua del condado del río Tana, en Kenya. Foto: Michael Kibuku / PNUD Kenya
Combinar la tecnología y la tradición
La tecnología puede transformar la forma en que las comunidades se preparan y responden a los riesgos climáticos, pero solo si es accesible y confiable. Los datos satelitales, los modelos de predicción y los sistemas de alerta temprana salvan vidas, pero su verdadero poder se manifiesta cuando se combinan con los conocimientos y las tradiciones locales.
Durante décadas, los ganaderos y agricultores del condado del río Tana, en Kenya, se enfrentaban durante la estación seca, cuando las escasas fuentes de agua se convertían en focos de violencia. Para cambiar esta situación, los laboratorios de aceleración del PNUD y las autoridades locales colaboraron con las comunidades (enlace en inglés) para cartografiar todos los pozos perforados y los cauces fluviales mediante imágenes satelitales y prospecciones terrestres. Los mapas se presentaron abiertamente en las reuniones de las aldeas, donde los pastores y los agricultores negociaron las rutas de pastoreo y el acceso al agua con antelación.

Al mismo tiempo, se instalaron pozos perforados alimentados por energía solar en zonas disputadas y puntos estratégicos a lo largo de las rutas de pastoreo, lo que redujo la presión sobre los ríos. Las personas mayores, las mujeres y la juventud participaron en el diálogo, lo que garantizó que las normas fueran justas y contaran con una amplia aceptación. El uso de la energía solar también redujo la dependencia de los generadores diésel, cuya operación era contaminante y costosa.
Los resultados han sido transformadores. Los incidentes de enfrentamientos violentos entre agricultores y ganaderos disminuyeron de manera significativa en las zonas cartografiadas; además, más de 30.000 personas obtuvieron un acceso más confiable al agua. Lo que antes había sido un desencadenante de conflictos se convirtió en una base para la cooperación, lo que demuestra cómo la tecnología, combinada con la gobernanza tradicional, puede consolidar la paz y aumentar la resiliencia.
  En las sociedades que superan un conflicto, el trabajo conjunto para sanar los paisajes deteriorados puede restablecer la confianza y proporcionar un propósito común mediante. Foto: PNUD Colombia
  En Colombia, las iniciativas de restauración forestal reunieron a excombatientes, pueblos indígenas y agricultores, y permitieron restablecer las relaciones fracturadas. Foto: Angely Castaño
Restaurar la naturaleza, restaurar la paz
La restauración de los ecosistemas naturales no es solo una prioridad ambiental, sino que también puede ser una vía para la reconciliación. En las sociedades que superan un conflicto, el trabajo conjunto para sanar los paisajes deteriorados puede restablecer la confianza y proporcionar un propósito común.
En Colombia, tras décadas de conflicto armado, se produjo un aumento considerable de la deforestación en las zonas que antes controlaban los grupos ilegales. Las comunidades se enfrentaron a una dura disyuntiva: volver a cosechar cultivos ilegales o encontrar nuevos medios de subsistencia.
Para resolver esta problemática, el PNUD y el Fondo para el Medio Ambiente Mundial pusieron en marcha una iniciativa que reunió a excombatientes, pueblos indígenas y agricultores para restaurar los bosques y crear economías sostenibles. Las iniciativas de reforestación proporcionaron trabajo remunerado, la agricultura sostenible redujo la dependencia de los cultivos ilegales y el ecoturismo creó nuevas fuentes de ingresos. Para 2023, se habían restaurado más de 7.000 hectáreas de bosques, con lo que se beneficiaron directamente más de 15.000 personas.
Tal vez lo más importante fue que los excombatientes y los agricultores locales trabajaron de la mano. La protección de los ecosistemas naturales se convirtió en una misión compartida, que ayudó a restaurar no solo la tierra, sino también las relaciones fracturadas. La gestión ambiental se convirtió en un puente hacia la reconciliación, y demostró cómo el cuidado de la naturaleza puede sanar las divisiones provocadas por la guerra.
El camino a seguir: soluciones integradas para el clima, la paz y la seguridad
Las experiencias en regiones frágiles y afectadas por conflictos muestran que la acción climática y la consolidación de la paz son más eficaces cuando se llevan a cabo de manera conjunta. El camino a seguir involucra ampliar estas soluciones integrales, arraigadas en las realidades locales, prestando atención a la dinámica entre el clima y el conflicto e incluyendo las voces marginadas.