Foto: PNUD Nigeria
Una y otra vez, la historia ha demostrado que las cuestiones de justicia e inclusión deben ocupar un lugar central en la transformación. Esto también se aplica a la acción climática.
Si, cuando se intenta abordar la cuestión de la crisis climática, la transición verde no se gestiona de manera justa y equitativa, existen grandes probabilidades de que se desate una conmoción civil. Esto lo hemos visto en el movimiento de los Chalecos Amarillos en Francia y los disturbios civiles en Chile y Ecuador.
Esta es solo una de las muchas razones por las que es necesaria una transición justa, especialmente en África, donde la sociedad civil y los jóvenes activistas reclaman cada vez más justicia y una acción climática audaz.
¿Qué es la transición justa?
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) describe la transición justa como el proceso de "hacer que la economía sea lo más justa e inclusiva posible para todos los interesados, creando oportunidades de trabajo decente y sin dejar a nadie atrás".
Debido a su origen en las acciones de los movimientos sindicales estadounidenses para el cambio ambiental y social en la década de 1980, el concepto se ha ido vinculando cada vez más a la acción climática, especialmente desde que el preámbulo del Acuerdo de París reconoció su importancia.
Esto generó que los gobiernos fueran admitiendo la necesidad de lograr una transición justa. En la COP26, la Declaración sobre Transición Justa (en inglés) fue firmada por los países del Norte Global, quienes prometieron financiación para la acción climática y la descarbonización en los países en desarrollo.
En África, diez países se refirieron directa e indirectamente a la transición justa en sus compromisos climáticos actualizados (o Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional, también conocidas como NDC), lo que demuestra una sólida voluntad política de incorporar la dimensión social a su acción climática. Un ejemplo es Nigeria, donde el gobierno expresó su compromiso de acompañar las NDC con políticas de transición justa y entabló un diálogo social para maximizar el empleo y el crecimiento económico, protegiendo -al mismo tiempo- a las poblaciones que podrían sufrir efectos adversos.
¿Qué significa la transición justa para África?
Las acciones para hacer frente al cambio climático plantean retos particulares para la justicia social y para el futuro del empleo en este continente. Aunque habrá oportunidades para generar nuevos empleos verdes, es probable que el desempleo se incremente entre las poblaciones que trabajan en las industrias o viven en regiones y comunidades donde la dependencia de los combustibles fósiles es alta y donde las oportunidades de diversificación económica son limitadas. Esto será fuente de tensiones en todo el continente.
Los altos niveles de empleo informal en África también exigen prestar una cuidadosa atención sobre los tipos de empleos verdes que se generen. Según un informe de la OIT, los trabajos informales representan el 70 % del empleo en los sectores de la agricultura y las industrias extractivas, que son los que más contribuyen al producto interno bruto (PIB) de los países africanos, y 9 de cada 10 de estos trabajadores informales son mujeres y jóvenes. Estos grupos se ven aún más marginados por los bajos salarios y la falta de protección social.
Un asombroso 70 % de las personas en África subsahariana son menores de 30 años. Por lo tanto, aprovechar el crecimiento verde para crear oportunidades de trabajo digno debe ser una prioridad. Es urgente definir una visión exclusivamente africana para una transición justa de la región, a fin de garantizar que el proceso de ecologización de las economías africanas no profundice las desigualdades existentes.
Con las decisiones y medidas adecuadas, los países africanos pueden administrar las ventajas y desventajas y alcanzar tanto sus objetivos sociales como de desarrollo. África cuenta con ricos recursos energéticos y minerales, como litio, grafito, cobalto, níquel, cobre y minerales de tierras raras, que ofrecen nuevas oportunidades de mercado para la transición verde. Dada la escasa dependencia africana de las tecnologías energéticas basadas en los fósiles, estas oportunidades podrían ayudar al continente a erigir un sector energético sostenible, integrado y resiliente al clima.
Foto: PNUD Ghana
Foto: PNUD Zambia
Ya hay ideas que el continente nos está enseñando. En Ghana, el gobierno incorporó fuertes elementos sociales cuando reformó el régimen de subsidios a los combustibles fósiles para evitar reacciones sociales motorizadas por la preocupación del impacto distributivo. Se creó la Autoridad Nacional del Petróleo, un órgano de gobierno autónomo compuesto por funcionarios oficiales, representantes de los sindicatos y de las empresas petroleras, expertos y algunos agentes de ONG, y realizó una evaluación del impacto social y sobre la pobreza. La reforma se comunicó ampliamente a todas las partes interesadas, a la vez que se acompañó de medidas sociales financiadas con los ahorros obtenidos gracias a la modificación del régimen de subsidios. Entre ellas se encuentran la introducción de un programa de transferencias monetarias condicionadas que vincula la reducción de los subsidios a los combustibles con la eliminación de las tasas para la escolaridad primaria y secundaria, una mayor financiación del sistema sanitario y el aumento del salario mínimo.
Del mismo modo, en Sudáfrica, la acción climática se ha complementado con elementos sociales muy concretos. El programa nacional de energías renovables utilizó un proceso de licitación del sector privado para los contratos de energías renovables e incluyó criterios de empoderamiento de la comunidad para analizar y adjudicar los proyectos. Las ofertas también deben cumplir con ciertos requisitos legales, incluidas las leyes de potenciación económica de la población negra y las normas laborales.
El camino a seguir: incorporar la transición justa en el desarrollo y la aplicación de las NDC y las estrategias a largo plazo.
Si bien el hecho de tener la visión local de la transición justa es importante, no debe utilizarse solo para apoyar un eslogan político, sino que debe ir acompañada de acciones concretas.
A medida que los países siguen actualizando y aplicando sus compromisos climáticos nacionales a corto y largo plazo, se presenta una oportunidad única para integrar los principios y procesos de la transición justa, sobre todo porque las NDC y las estrategias a largo plazo actuarán como mecanismos clave para garantizar el apoyo público a una acción climática ambiciosa y más fuerte en los próximos años.
A través de la iniciativa Climate Promise, el PNUD ha apoyado a los países para que incorporen los principios de la transición justa en sus procesos de revisión de las NDC, y a pasar de las promesas a la acción.
Aunque la tarea gubernamental es clave para gestionar y responder a los aspectos sociales del cambio climático, la transición justa requerirá una amplia aceptación y compromiso en todos los niveles. Por lo tanto, adoptar un enfoque integral para toda la sociedad es otro paso fundamental para lograr un futuro equitativo e inclusivo con bajas emisiones de carbono.
Nota del editor: Para saber más sobre el apoyo del PNUD a la transición justa, visite el último informe de avance de la iniciativa Climate Promise.