El cambio hacia economías bajas en carbono tendrá claros beneficios para el planeta, pero ¿qué pasa con las personas? ¿Cuáles son las implicaciones sociales al llevar a cabo la mayor transformación económica jamás vista en el mundo?
La evidencia demuestra que, si se gestiona bien, la transición puede ser un factor importante de creación de empleos verde o ecológicos, justicia social y erradicación de la pobreza.
Las cifras son llamativas. En 2019, el empleo en las energías renovables ascendió a 11,5 millones en todo el mundo, y las mujeres ocupan 1 de cada 3 de estos puestos. Y las cifras van en aumento, ya que la Agencia Internacional de las Energías Renovables (IRENA, por sus siglas en inglés) prevé que las energías renovables podrían emplear a más de 40 millones de personas en 2050 (informe disponible en inglés).
El preámbulo del Acuerdo de París destaca los estrechos vínculos entre la acción climática, el desarrollo sostenible y una transición justa de la mano de obra, con trabajo digno y empleos de calidad para todos.
Los responsables políticos de todo el mundo están haciendo realidad estas oportunidades. Por ejemplo, 46 países que reciben el apoyo de Climate Promise están definiendo medidas en el marco de la revisión de sus Contribuciones Determinadas a nivel Nacional que contribuyen a la creación de empleos verdes.
Ahora estamos trabajando con países como Zimbabwe y Nigeria para evaluar la evidencia, formar consenso y actuar sobre estas oportunidades.
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