La urbanización es una tendencia que caracteriza al siglo XXI, ya que se prevé que cerca de tres cuartas partes de la población mundial vivirá en entornos urbanos en 2050. La respuesta a la pregunta de por qué aumenta la migración a las ciudades radica en los numerosos beneficios de la vida urbana: mejores oportunidades de empleo, mayores ingresos, mayor acceso a los servicios y espacios culturales más amplios.
Con el inmenso capital humano, nuestras ciudades son enormes motores de crecimiento y contribuyen a casi el 70 % del PIB mundial. Sin embargo, este auge va acompañado de un enorme consumo de energía, ya que las ciudades emiten más del 70 % de las emisiones de gases de efecto invernadero del mundo.
Las ciudades, conscientes de los riesgos y las oportunidades que presenta el cambio climático, han liderado el establecimiento de objetivos ambiciosos y el impulso de soluciones innovadoras.
Dada su huella ecológica, las ciudades pueden ser una fuerza transformadora en el diseño de vías de desarrollo más limpias y resistentes. Si se gestiona de forma sostenible, la urbanización puede reducir la desigualdad y el aumento de los asentamientos precarios y los barrios marginales, al tiempo que sienta las bases para un futuro más inclusivo y sostenible.
De hecho, la lucha contra el cambio climático empieza en las ciudades si queremos mantenernos por debajo de 1,5 °C de calentamiento global. A medida que los países pasan del diseño al cumplimiento de objetivos ambiciosos, el liderazgo y los actores clave de las ciudades serán fundamentales para lograr estos compromisos.
Las Contribuciones Determinadas a nivel Nacional son cruciales para impulsar este programa. En el marco de Climate Promise, el PNUD colabora con los gobiernos y otras partes interesadas en 55 países para mejorar la acción climática a nivel urbano y sub-nacional.