En 2015, los líderes mundiales se comprometieron a una visión enormemente audaz y necesaria: un acuerdo colectivo para mantener el aumento de la temperatura global entre 1,5 y 2,0 °C por encima de los niveles preindustriales.
Para que el mundo logre cumplir los objetivos del Acuerdo de París y evitar un cambio climático catastrófico, debemos cambiar urgentemente a un desarrollo económico de bajas emisiones. Según la ciencia, esto requiere alcanzar las cero emisiones netas en la segunda mitad de este siglo. Estas se consiguen cuando hay un equilibrio entre los gases de efecto invernadero producidos y los eliminados de la atmósfera.
Esto requiere transformar drásticamente la forma en que producimos energía, el modo en que cultivamos y viajamos, a la vez que reducimos el carbono de la atmósfera.
Para garantizar que las Contribuciones Determinas a nivel Nacional (NDC por sus siglas en inglés) no sean respuestas aisladas y a corto plazo, el Acuerdo de París invitó a los países a comunicar sus estrategias a largo plazo para el desarrollo con bajas emisiones, también conocidas como estrategias a largo plazo, con vistas a 2050.
El reto que se presenta es enorme, y el tiempo es crucial: solo tenemos unas pocas décadas. Necesitamos compromisos ambiciosos y hojas de ruta sólidas que nos guíen.
Además de los objetivos de cero emisiones netas, necesitaremos una estrategia para lograrlos. Las herramientas políticas de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), tales como las estrategias a largo plazo, pueden ayudar a proporcionar estas hojas de ruta. También sirven como base para reconstruir mejor de la COVID-19.
El impulso está creciendo a medida que los países tratan de combinar sus NDC con un pensamiento visionario a largo plazo. Con la vista puesta en el objetivo de cero emisiones netas para 2050, el PNUD está trabajando en varios frentes con el fin de aprovechar los procesos de las NDC para alcanzar objetivos a largo plazo. Estos van desde el apoyo a los países para que exploren y apliquen las herramientas disponibles, hasta el suministro de recursos a los formadores de políticas para que inicien, diseñen y mejoren las estrategias a largo plazo, pasando por la facilitación de la cooperación Sur-Sur y el intercambio de conocimientos.