En 2015, los líderes mundiales se comprometieron a adoptar una visión ambiciosa y necesaria: un acuerdo colectivo para limitar el calentamiento global muy por debajo de 2 °C con respecto a los niveles preindustriales, y proseguir los esfuerzos para limitarlo a 1,5 °C. Este tratado internacional jurídicamente vinculante se conoce como el Acuerdo de París.
Para que el mundo logre alcanzar los objetivos del Acuerdo de París y evitar los efectos catastróficos del cambio climático, los países deben reorientarse urgentemente hacia un desarrollo económico con bajas emisiones. Según los modelos científicos, esto exige alcanzar cero emisiones netas de gases de efecto invernadero para la segunda mitad de este siglo. Las cero emisiones netas se consiguen cuando existe un equilibrio entre la cantidad de gases de efecto invernadero liberados por las actividades humanas y los eliminados de la atmósfera.
Para alcanzar las cero emisiones netas, debemos cambiar drásticamente la forma en que producimos energía, cómo cultivamos y cómo viajamos, y lo que producimos y consumimos, al tiempo que intensificamos los esfuerzos para eliminar el carbono de la atmósfera.
Además de los compromisos climáticos nacionales, o Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), que recogen los compromisos nacionales para hacer frente al cambio climático en ciclos de cinco años, el Acuerdo de París también invitó a los países a comunicar sus estrategias de desarrollo a largo plazo con bajas emisiones, también conocidas como estrategias a largo plazo.
La aspiración de estas estrategias es lograr una transformación de toda la sociedad a lo largo de varios decenios, con la vista puesta en 2050. Brindan un marco para que los países evalúen los beneficios socioeconómicos, y ayudan a justificar políticas inocuas para el clima con beneficios sociales como la mejora de la salud y la seguridad laboral. También orientan y fortalecen las NDC al establecer un vínculo entre la planificación a corto plazo y los objetivos a largo plazo, evitar las inversiones excesivas en combustibles fósiles, enviar señales económicas claras a los inversores, facilitar una transición justa, mejorar la financiación climática y promover la coordinación institucional en aras de una acción climática eficaz.
La comunicación oficial de la estrategia a largo plazo de los países a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) se denomina estrategia de desarrollo a largo plazo con bajas emisiones. El último informe de síntesis de estas estrategias de la CMNUCC indica que se han presentado 68 estrategias de desarrollo a largo plazo con bajas emisiones que representan a 75 Partes del Acuerdo de París. Estas estrategias en conjunto suponen aproximadamente el 76 % de las emisiones mundiales. El informe destaca que estas Partes han establecido objetivos de mitigación a largo plazo, y que el 82 % aspira a conseguir cero emisiones netas para 2050.
En el marco de la iniciativa Climate Promise, el PNUD presta apoyo a más de 37 países en el diseño y la implementación de sus estrategias a largo plazo y en el establecimiento de sus objetivos y aspiraciones de cero emisiones netas, a la vez que garantiza su armonía con las NDC y otras estrategias y planes de acción climática nacionales.
Recursos
- Planning for a net-zero future: Guidance on how to develop a Long-Term Low Emission Development Strategy (LT-LEDS) (Planificación de un futuro con cero emisiones netas: orientaciones sobre cómo elaborar una estrategia de desarrollo a largo plazo con bajas emisiones) (disponible en inglés)
- Aligning short-term land sector actions with long-term climate goals (Armonización de las acciones a corto plazo del sector agrario con los objetivos climáticos a largo plazo) (disponible en inglés)