Dado que el sector energético es responsable de casi tres cuartas partes de las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por el hombre, el cambio a fuentes de energía limpias y renovables es fundamental para resolver la crisis climática.
Los beneficios de abandonar los combustibles fósiles van más allá del cambio climático. La transición energética es una oportunidad económica que podría crear millones de puestos de trabajo. A su vez, las energías renovables tienen el potencial de brindar un acceso universal a la energía, lo que contribuye a la consecución de casi todos los demás Objetivos de Desarrollo Sostenible, desde la salud y el bienestar hasta la reducción de las desigualdades, pasando por el empoderamiento de la mujer y el trabajo decente y crecimiento económico.
La velocidad y la magnitud de la revolución de las energías renovables promete no solo reducir las emisiones de carbono, sino ofrecer acceso a la energía a millones de personas.
Estamos en la cúspide de una revolución energética, y muchos gobiernos estudian detenidamente cómo pueden aprovechar las oportunidades.
La clave será permitir las inversiones a gran escala en energías limpias necesarias para impulsar una transición justa.
La buena noticia es que la energía es ahora una prioridad en los planes de acción climática de muchos países. Y existe un impulso por hacer más. Aproximadamente el 95 % de las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional presentadas por los países de Climate Promise tienen secciones independientes o detalladas sobre objetivos o políticas energéticas, de las cuales el 34 % incluyen referencias al género o a las mujeres. Además, los países de la Promesa Climática no solo se centran en la transición energética, sino que también integran el acceso a la energía y la resiliencia como oportunidades para avanzar en la acción climática.
El PNUD está reforzando su labor en el ámbito de la energía para apoyar a estos países a hacer realidad sus ambiciones, y se ha comprometido a movilizar al sistema de las Naciones Unidas, a los países, a las empresas, a la sociedad civil y a las instituciones financieras para llevar energía limpia, asequible y fiable a 500 millones de personas para 2025.