¿Qué es la transición hacia una energía sostenible y por qué es clave para combatir el cambio climático?

Artículos explicativos
¿Qué es la transición hacia una energía sostenible y por qué es clave para combatir el cambio climático?

Resumen

  • La transición hacia una energía sostenible constituye un cambio transformador en la forma de producir, distribuir y consumir energía, cuyo objetivo es dejar atrás los combustibles fósiles y adoptar un sistema que se base en fuentes de energía renovables.
  • Esta transición energética es fundamental para dar respuesta a la crisis climática, ya que se siguen utilizando combustibles fósiles para el 80 % del suministro energético a escala mundial.
  • Para la transición energética es fundamental el concepto de una transición justa que dé prioridad a la equidad, la inclusión y el desarrollo humano.
  • Para agilizar la transición energética es necesario aumentar la producción de energías renovables y el almacenamiento de energía, descarbonizar los sectores que dependen de los combustibles fósiles, impulsar medidas de eficiencia energética, crear un entorno propicio y adoptar mecanismos de financiación innovadores.
  • La digitalización puede ofrecer una forma rápida y eficaz en función de los costos de acelerar la transición energética. 
¿Qué es la transición hacia una energía sostenible?

La transición hacia una energía sostenible es un cambio transformador en la forma de producir, distribuir y consumir energía, con el objetivo de dejar atrás los combustibles fósiles y adoptar un sistema que se base en fuentes de energía renovables, como la solar, la eólica, la hidroeléctrica y la geotérmica. Este cambio es fundamental para dar respuesta a la crisis climática, ya que se siguen utilizando combustibles fósiles para el 80 % del suministro de energía a escala mundial, que, en el proceso, liberan cantidades inmensas de gases que causan el calentamiento del planeta, como el dióxido de carbono y el metano.

En esencia, la transición hacia una energía sostenible pretende transformar el sistema energético mundial para combatir el cambio climático y, a su vez, fomentar el desarrollo sostenible. Implica no solo adoptar fuentes de energía más limpias, sino también mejorar la eficiencia energética, implementar tecnologías avanzadas como el almacenamiento de energía y descarbonizar sectores clave como la electricidad, el transporte y la industria.

Sin embargo, además de tratarse de un cambio tecnológico, esta transición constituye un proceso transformador que da prioridad a la equidad, la inclusión y el desarrollo humano. Un elemento fundamental de la transición hacia una energía sostenible es el concepto de una transición justa, que garantice la equidad y la inclusión para todas las personas, en particular para quienes trabajan en sectores que dependen en gran medida de los combustibles fósiles, quienes podrían perder su empleo y sus ingresos, así como para las comunidades más vulnerables al encarecimiento del costo de vida y a la inseguridad energética.

Por lo tanto, la transición hacia una energía sostenible no solo brinda beneficios ambientales, sino que también propicia la innovación, crea empleos y reduce la pobreza energética. Representa una oportunidad única para abordar desafíos globales cotidianos como las disparidades en el acceso a la energía, la inseguridad energética, la desigualdad (enlace en inglés) y los efectos sobre la salud a través de soluciones integradas y transformadoras, lo que sienta las bases para un futuro sostenible, inclusivo y resiliente.

¿Por qué es importante la transición hacia una energía sostenible para la acción climática?

El sistema energético actual es uno de los principales factores responsables del cambio climático a nivel mundial, ya que representa alrededor del 75 % del total de emisiones de gases de efecto invernadero (enlace en inglés). Las temperaturas baten récords año tras año, por lo que resulta de vital importancia transformar nuestra forma de producir y consumir energía.

En virtud del Acuerdo de París, un tratado internacional legalmente vinculante sobre el cambio climático, los países se han comprometido a reducir de manera considerable, rápida y sostenida las emisiones de gases de efecto invernadero para limitar el calentamiento global muy por debajo de los 2 ºC, preferiblemente a 1,5 ºC, en comparación con los niveles preindustriales. La capacidad del mundo para cumplir este objetivo depende de la capacidad del sector energético de alcanzar cero emisiones netas para 2050 (enlace en inglés).

Nunca ha sido tan necesario pasar a la acción. La decisión histórica del primer balance mundial, adoptada en la 28.ª Conferencia de las Partes (COP28) que tuvo lugar en Dubai en 2023, traza un esquema de vías y enfoques transformadores vinculados a la energía que los países deben adoptar, entre ellos:

  • Triplicar la capacidad mundial de energía renovable y duplicar el promedio anual mundial de mejora de la eficiencia energética para 2030.
  • Realizar una transición justa, ordenada y equitativa para alejarse del uso de combustibles fósiles en los sistemas energéticos.
  • Eliminar gradualmente los subsidios ineficientes a los combustibles fósiles que no dan respuesta a la pobreza energética ni facilitan transiciones justas.

La decisión resalta la urgencia de acelerar los esfuerzos mundiales en pos de un sistema energético de cero emisiones netas, es decir, cuya emisión de carbono derivada del uso de combustibles fósiles y los procesos industriales sea mínima o nula, antes de 2050.

¿Estamos en un buen rumbo para lograr la transición hacia una energía sostenible y cumplir los objetivos del Acuerdo de París?

A pesar de los compromisos asumidos a través de las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), las estrategias de desarrollo a largo plazo con bajas emisiones (LT-LEDS, por sus siglas en inglés) y los objetivos de cero emisiones netas, los esfuerzos actuales de los gobiernos y el sector privado no son suficientes para mantener el aumento de la temperatura promedio mundial por debajo de 1,5 °C.

Los compromisos actuales, como los de la COP28, podrían reducir las emisiones en un 3 % para 2030 y en un 51 % para 2050, en comparación con los niveles de 2022. A este ritmo, las emisiones mundiales relacionadas con la energía alcanzarían los 35.200 millones de toneladas de dióxido de carbono (35,2 gigatoneladas de dióxido de carbono) en 2030, muy por encima de las 23 gigatoneladas necesarias para mantener el mundo en el rumbo de los 1,5 ºC. Aunque esto representa cierto progreso, está muy lejos de lo necesario para evitar los efectos más catastróficos del cambio climático.

Sin una rápida transición energética, será imposible alcanzar la enorme reducción de emisiones necesaria para mitigar el cambio climático. El próximo ciclo de actualización delas NDC ofrece a los países la oportunidad de establecer objetivos cuantificables y viables para el sector energético que estén en armonía con las políticas energéticas, climáticas y de desarrollo existentes, y que destaquen las oportunidades de inversión tanto en el sector público como en el privado.

¿Cuáles son las prioridades para acelerar la transición hacia una energía sostenible?

Garantizar una transición justa
La transición hacia una energía sostenible puede acarrear cambios disruptivos, como el encarecimiento del costo de vida, la eliminación de puestos de trabajo y la pérdida de ingresos o una mayor inseguridad energética. Es importante que los países actúen para mitigar estos efectos no deseados, por ejemplo, en regiones con industrialización concentrada y en poblaciones vulnerables. Una transición justa e inclusiva es un potente catalizador para crear empleos verdes, adaptar los sistemas educativos, crear instituciones inclusivas y eficaces, y fomentar la justicia social, ambiental y económica.

Aumentar la producción de energías renovables
Es fundamental descarbonizar el sector energético mediante el rápido aumento de las fuentes de energía renovable, como la solar, la eólica y la hidroeléctrica: no solo para reducir las emisiones, sino también para aumentar el acceso a la energía en las comunidades subatendidas. Actualmente, las energías renovables constituyen la opción más económica para la electricidad en casi todos los países del mundo. Las previsiones muestran que las energías renovables podrían representar más del 90 % de la generación mundial de electricidad en 2050, lo que daría impulso a un sistema energético de cero emisiones netas. La electricidad limpia también es el cimiento para transformar otros sectores, como el industrial y el de transporte.

Descarbonizar los sectores dependientes de los combustibles fósiles
Algunos sectores que dependen en gran medida de los combustibles fósiles y contribuyen significativamente a las emisiones globales (enlace en inglés) incluyen el de transporte (13,7 %), la industria manufacturera y la construcción (12,7 %) y los edificios (6,6 %). La electrificación con energías limpias es la vía más eficaz para descarbonizar algunos de ellos. Por ejemplo, los vehículos eléctricos alimentados por energía renovable pueden sustituir a los coches de gasolina; las bombas de calor pueden brindar un sistema energéticamente eficiente de calefacción y refrigeración para los edificios; y las placas de cocina de inducción ofrecen alternativas más limpias a los hornos de biomasa y las estufas de gas.

Sin embargo, no todos los sectores pueden descarbonizarse completamente solo mediante la electrificación. Algunos sectores difíciles de descarbonizar, como la aviación, el transporte de larga distancia, el transporte marítimo e industrias como la siderurgia y la producción de cemento, requieren combustibles o procesos de alta densidad energética que la electrificación actualmente no puede abordar de forma eficiente. La innovación y la financiación de la investigación y el desarrollo son necesarias para garantizar que estos sectores también se encuentren en un buen rumbo para alcanzar la descarbonización.

Ampliar el almacenamiento de energía y gestionar la cadena de valor de los minerales críticos
La rápida expansión de las energías renovables y el auge de los vehículos eléctricos exigen el correspondiente aumento de las tecnologías de almacenamiento de energía para garantizar la estabilidad y fiabilidad de la red. Las baterías, en particular, se están convirtiendo en elementos fundamentales de la transición hacia una energía limpia, ya que facilitan la integración sin contratiempos de la energía solar y eólica intermitentes. El almacenamiento gestionado por inteligencia artificial puede inclinar la ecuación económica para que haya más inversión en energías renovables. Además, la transición energética está elevando de forma desorbitada la demanda de minerales críticos como el cobre, el litio y el cobalto, que son clave para las tecnologías de energías renovables. Sin embargo, los largos plazos de ejecución de los proyectos mineros y la dependencia de unos pocos países, en su mayoría de bajos ingresos, generan vulnerabilidades en la cadena de suministro y riesgos geopolíticos. Sin salvaguardias, una mayor extracción podría agravar los daños ambientales y las desigualdades sociales, lo que afectaría especialmente a los pueblos indígenas y a las comunidades locales. Para garantizar una transición sostenible, es fundamental priorizar normativas estrictas, prácticas de economía circular y un abastecimiento responsable.

Impulsar medidas de eficiencia energética
Otro aspecto clave de la transición hacia una energía sostenible es la eficiencia energética, es decir, utilizar menos energía para lograr el mismo nivel de producción o rendimiento, ya sea en edificios, industrias, transportes o electrodomésticos. La implementación de soluciones energéticamente eficientes, como edificios con aislamiento térmico, vehículos de bajo consumo o electrodomésticos modernos como frigoríficos, iluminación y estufas eléctricas, puede beneficiar inmediatamente a las economías y las comunidades. Estas medidas no solo reducen el consumo y los costos de la energía, sino que también fortalecen la seguridad energética al reducir la dependencia de las importaciones de energía y minimizar la presión sobre los sistemas energéticos.

Crear un entorno propicio
La transición energética en los mercados emergentes y las economías en desarrollo (con la excepción de China), que actualmente atraen solo una quinta parte de las inversiones mundiales en energías limpias, se ve obstaculizada por factores sistémicos que exigen una medidas enérgicas y coordinadas. Para atraer inversiones en energías limpias a estos mercados y economías, es fundamental crear un entorno propicio y estable con políticas que reduzcan los riesgos. Muchos de estos países han incluido objetivos de energía renovable en sus NDC (enlace en inglés), pero traducirlos en inversiones viables exige una mayor coherencia de las políticas. Mecanismos como los incentivos fiscales, los sistemas de tarifas para proveedores de energía renovable y la agilización de los procesos de concesión de permisos han demostrado su eficacia a la hora de mitigar los riesgos de inversión. Sin embargo, los subsidios a los combustibles fósiles siguen eclipsando estas iniciativas en muchos países. La reforma de estos subsidios (enlace en inglés) y la fijación de precios de la energía que reflejen los costos deben ir de la mano con medidas de protección para las poblaciones vulnerables.

Adoptar mecanismos de financiación innovadores
Aunque la financiación pública es esencial para hacer avanzar los proyectos de infraestructura, sobre todo los que quizás no sean comercialmente viables, se necesitan mecanismos financieros innovadores para estimular la inversión del sector privado. Las herramientas de reducción del riesgo financiero son necesarias para dar respuesta a factores de riesgo como la inflación, los riesgos políticos, la expropiación, las fluctuaciones monetarias y el subdesarrollo de los mercados de capitales, característicos de las regiones en transición. Una estrategia eficaz es la financiación combinada (enlace en inglés), que mejora los perfiles de la relación riesgo-rentabilidad de las inversiones al combinar capital público y privado a través de mecanismos como la financiación en condiciones favorables, las garantías soberanas y las garantías de riesgo político.

Aprovechar el tríptico de la tecnología digital, los datos y la inteligencia artificial
Para cumplir los objetivos del Acuerdo de París se necesitan acciones audaces que aprovechen el potencial de la innovación digital, los datos y la inteligencia artificial. Con una previsión de un aumento de la demanda de energía del 18 % hasta 2050 y una ineficiencia en la gestión de la energía del 60 %, la digitalización ofrece un inmenso potencial para optimizar toda la cadena de valor de la energía (enlace en inglés), desde la producción y el almacenamiento de energías renovables hasta una distribución y un consumo más eficientes. Se trata de herramientas muy potentes para acelerar la transición energética, ya que ayudan a identificar las mejores oportunidades de inversión, orientan la toma de decisiones inteligentes e impulsan los avances en energías renovables. De hecho, si se amplía su uso de forma eficaz, las tecnologías digitales podrían reducir las emisiones en un 20 % de aquí a 2050 (enlace en inglés) en los sectores de energía, materiales y movilidad, los tres que más contribuyen a las emisiones mundiales. En otras palabras, la innovación digital podría ser el "fruto al alcance de la mano" que puede ofrecer una forma rápida y eficaz en función de los costos para acelerar la transición hacia una energía sostenible.

¿Cómo apoya el PNUD la transición hacia una energía sostenible?

El PNUD se asocia con países y actores del desarrollo para transformar los sistemas energéticos mediante el fomento de cambios normativos, tecnológicos y financieros que propicien un desarrollo sostenible. El PNUD se empeña en garantizar una transición energética justa, que distribuya los beneficios de forma equitativa y minimice los impactos negativos sobre las comunidades más pobres y vulnerables, sin dejar a nadie atrás. Su labor también incluye la prestación de apoyo técnico y de creación de capacidades a gobiernos, empresas y comunidades, para que dispongan de las herramientas y los conocimientos necesarios para adoptar y mantener sistemas de energía limpia de forma eficaz.

Con el apoyo del PNUD y del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM), Uruguay reorientó los subsidios a los combustibles fósiles hacia tecnologías más limpias para reducir las emisiones en el sector del transporte, y puso en funcionamiento 150 autobuses eléctricos, 33 de ellos en Montevideo. Aunque la eliminación de subsidios suele acarrear el riesgo de malestar social, el proyecto demostró cómo la participación efectiva de las partes interesadas y los beneficios visibles, como un transporte más limpio y fiable, pueden fomentar la aceptación pública. Esta iniciativa no solo promovió la creación de capacidad institucional y modelos escalables para la movilidad sostenible, sino que también sacó partido a la sobresaliente combinación de energías renovables del Uruguay (del 98 %) para maximizar los beneficios ambientales y económicos, en sintonía perfecta con su NDC. En Jamaica, Cuba, Paraguay, China, Perú, Egipto, Líbano, Bangladesh, Uzbekistán y Kazajstán se están llevando a cabo proyectos similares para fomentar el transporte sostenible.

En Kazajstán, el PNUD se ha asociado con los gobiernos locales para modernizar las viviendas con sistemas energéticamente eficientes (enlace en inglés), centrándose en las poblaciones vulnerables, como las familias con bajos ingresos. Mejoras como el aislamiento térmico, las ventanas de vidrio doble y los sistemas modernos de calefacción han reducido la pérdida de calor y los costos de calefacción. Esta iniciativa no solo mejoró las condiciones de vida, sino que también se ajusta a los objetivos energéticos nacionales de Kazajstán, ya que implica una importante reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y un desarrollo urbano sostenible.

En Tanzania, con el apoyo del FMAM, el PNUD respalda las iniciativas para frenar la deforestación y reducir la dependencia de los combustibles fósiles mediante un mayor acceso al mercado de soluciones limpias para cocinar. Las actividades del proyecto pretenden garantizar que 5.000 nuevos hogares y empresas adopten electrodomésticos de cocina eléctricos con tecnología digital, con apoyo específico para mejorar su asequibilidad.

En Mauricio, el PNUD está ayudando al Gobierno a cumplir el objetivo de su NDC de utilizar energías renovables para satisfacer el 60 % de las necesidades de electricidad del país para 2030. Con financiación del Fondo Verde para el Clima, se instaló un sistema de almacenamiento de energía en baterías de 18 MW, cuya magnitud es adecuada para un servicio público (enlace en inglés), que permite conectar a la red 50 MW de energía renovable intermitente, lo que significa una reducción de la emisión anual de dióxido de carbono de 81.000 toneladas.

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Obtén más información sobre la labor del PNUD en el ámbito de la energía en undp.org/energy (en inglés).

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El ahorro generado por las energías renovables permite a los agricultores de Sri Lanka invertir en nuevos emprendimientos. Foto: PNUD Sri Lanka
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