Resumen
- La salud humana está íntimamente relacionada con el clima de nuestro planeta y la salud de la biósfera.
- El cambio climático afecta la salud humana a través de las condiciones meteorológicas extremas más frecuentes e intensas, el calor extremo, la contaminación atmosférica, la intensificación de las pandemias y los brotes de enfermedades, el aumento de las tasas de malnutrición por inseguridad alimentaria y la angustia.
- El aumento de los efectos del cambio climático puede perpetuar o agravar los ciclos de desigualdad, y acentuar las inequidades sanitarias y sociales dentro de los países y entre estos.
- Los países deben procurar integrar las políticas climáticas y sanitarias, y establecer sistemas de salud ecológicos, resilientes y basados en el clima.
¿Qué relación existe entre el cambio climático y la salud pública?
La salud humana está íntimamente relacionada con el clima del planeta y la salud de la biósfera. El aumento de las temperaturas y del nivel del mar, la inclemencia de las tormentas y la contaminación del aire por el humo de los incendios forestales, la destrucción de los hábitats y las sequías que afectan el agua y la seguridad alimentaria acarrean consecuencias de las que los seres humanos no pueden escapar, especialmente en los países y las comunidades cuya gestión de los problemas de salud existentes ya es difícil.
El aumento de los efectos del cambio climático puede perpetuar o agravar los ciclos de desigualdad, y acentuar las inequidades sanitarias y sociales dentro de los países y entre estos. Las comunidades marginadas son las que están menos preparadas para hacer frente a los impactos, y son a menudo las más afectadas.
¿En qué formas concretas suele afectar el cambio climático nuestra salud?
- Condiciones meteorológicas extremas. Los fenómenos meteorológicos extremos, como las tormentas, las inundaciones y los desprendimientos de tierras, han causado más de 2 millones de muertes entre 1970 y 2021, y más del 90 % se produjeron en países de bajos y medianos ingresos. Estos acontecimientos son cada vez más frecuentes y graves debido al cambio climático, e infligen inmensos daños físicos y psicológicos. El resultado es una mayor demanda de servicios de salud y, al mismo tiempo, una amenaza para la capacidad del sector de la salud de prestar servicios y atención de calidad debido a la interrupción del suministro eléctrico, el daño o la destrucción de establecimientos y la obstaculización del acceso a la atención sanitaria, especialmente en zonas remotas donde la infraestructura ya es frágil.
- Calor extremo. El cambio climático provoca olas de calor más frecuentes e intensas. Por ejemplo, se calcula que en 2023 se perdieron cerca de 50.000 vidas en Europa a causa del calor extremo. Si mantenemos la trayectoria actual, en 2100, unos 2.000 millones de personas estarán expuestas a un calor intenso, y las regiones de Asia Meridional y Sudoriental serán especialmente vulnerables a las temperaturas de termómetro húmedo. Asimismo, muchas personas están cada vez más expuestas al riesgo de incendios forestales, dado que las temporadas de incendios son más largas y la frecuencia y la magnitud de los incendios forestales extremos se han duplicado en los últimos 20 años.
- Enfermedades infecciosas. El cambio climático marca el inicio de una era de brotes de enfermedades y pandemias nuevos y de mayor intensidad. Los vectores, entre ellos los mosquitos portadores de enfermedades, ya se extienden a regiones en las que nunca antes habían estado. Las inundaciones extremas acentúan la propagación de enfermedades de transmisión hídrica, como el cólera, y se prevé que el aumento de las temperaturas provoque un aumento del 20 % en los casos de dengue, zika y chikungunya. Para 2040, la sola propagación de la malaria podría poner en peligro a 5.000 millones de personas. Asimismo, la deforestación, la urbanización y el aumento de las temperaturas mundiales alteran los ecosistemas y provocan un contacto más estrecho entre los animales y las personas, lo que aumenta el riesgo de pandemias causadas por enfermedades zoonóticas como la COVID-19.
- Malnutrición. A los efectos directos del cambio climático sobre la salud se suman los efectos indirectos, como las pérdidas en los suministros de alimentos —vinculadas a sequías, inundaciones y cambios de las estaciones—, que pueden crear y agravar los problemas nutricionales. Un nuevo análisis (enlace en inglés) de 103 países encontró que el aumento de la frecuencia de los días de calor extremo y la intensidad de las sequías debido al cambio climático fueron la causa de que unas 98 millones de personas más declararan problemas de inseguridad alimentaria de moderada a grave en 2020, en comparación con el promedio del período comprendido entre 1981 y 2010.
Los incendios forestales suponen un riesgo extremo para la salud humana. Solo en 2023, las llamas consumieron una superficie equivalente al doble del tamaño de México. Foto: PNUD Costa Rica / SINAC
Debido al cambio climático, 5.000 millones de personas podrían estar en riesgo de contraer malaria para el año 2040. Los puntos de salud comunitarios son cruciales para el diagnóstico y el tratamiento tempranos. Foto: PNUD Bolivia / Miguel Samper
- Contaminación atmosférica. La quema de combustibles fósiles es la causa principal del cambio climático, pero también es responsable de la contaminación atmosférica. El aire que respira el 99 % de la población mundial alcanza niveles considerados inseguros por la Organización Mundial de la Salud (OMS). La contaminación atmosférica está asociada al aumento de varias enfermedades crónicas, como el cáncer y las enfermedades cardíacas y respiratorias, y puede agravar seriamente las afecciones existentes. La OMS estima que la contaminación atmosférica es responsable de unos 6,7 millones de muertes al año, y está vinculada a efectos prenatales y posnatales negativos y a afecciones neurológicas como la demencia. Los países de bajos y medianos ingresos son los que pagan el precio más alto, puesto que en ellos se produce el 90 % de las muertes prematuras debidas a la contaminación atmosférica.
- Carga mental. El cambio climático tiene implicaciones generalizadas y alarmantes para la salud mental, ya sea que se trate de traumas, enfermedades mentales o angustia a causa de las inundaciones, tormentas e incendios forestales; o de los efectos crónicos sobre la salud mental de la escasez de agua y alimentos, los conflictos y las migraciones, o el aumento de la frecuencia e intensidad de las pandemias. Ser conscientes de estas amenazas conlleva sus propios impactos psicológicos, como la "ansiedad climática" o "ecoansiedad" que afecta a muchas personas, sobre todo a las jóvenes, que deben enfrentarse a la perspectiva de un futuro muy incierto e inestable.
¿Qué pueden hacer los países para limitar los efectos del cambio climático sobre la salud?
Los países deben incorporar la salud en cada paso de sus medidas de mitigación, preparación y adaptación al cambio climático. Esto incluye cuestionar en profundidad los sistemas que hemos construido —que dependen de los combustibles fósiles, el uso insostenible de la tierra y las prácticas agrícolas, la deforestación y el crecimiento urbano incontrolado— y que no solo impulsan el cambio climático sino que también intensifican las consecuencias para la salud, sobre todo para los grupos vulnerables.
Integrar las políticas climáticas y sanitarias
Cada vez son más los actores, incluido el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), que reclaman medidas coordinadas en todos los sectores para mitigar los efectos del cambio climático sobre la salud. En la 28.ª Conferencia de las Partes (COP28) de 2023, los gobiernos de 148 países respaldaron la innovadora declaración de la COP28 sobre el clima y la salud (enlace en inglés). En esta declaración, los países se comprometieron a trabajar en aras de una mejor integración de las consideraciones sobre la salud en sus procesos de políticas climáticas, y, asimismo, de las consideraciones climáticas en sus agendas de política sanitaria.
Para ello es necesario, por ejemplo, tener en cuenta la salud a la hora de diseñar la próxima ronda de Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), prevista para 2025. En la actualidad, solo el 32 % de estos compromisos climáticos nacionales mencionan de forma específica el sector de la salud y hacen referencia a los efectos sobre la salud en relación con el clima o las medidas de adaptación.
El cambio a bombillas LED ahorra energía y mejora las condiciones del personal de la salud en Jamaica. Foto: PNUD Jamaica
El sistema de gestión de la cadena de suministro de vacunas inteligente eVIN ha revolucionado el almacenamiento de vacunas y el control de reservas en India. Foto: PNUD India
Establecer sistemas de salud resilientes y basados en el clima
Los sistemas de salud resilientes y con bajas emisiones son fundamentales para mantener saludables a las comunidades que se enfrentan a los efectos del cambio climático. Ahora bien, ¿cómo es un "sistema de salud resiliente" en la práctica? ;
Podría consistir en integrar la información climática y meteorológica en los sistemas de vigilancia de la salud que monitorean las enfermedades sensibles al clima. De este modo se garantizan la recopilación y el análisis continuos de datos, la previsión eficiente y la alerta temprana de riesgos para la salud. También, como su nombre lo indica, significa hacer que los establecimientos, las infraestructuras y las operaciones de salud sean resilientes al clima, de modo que los fenómenos meteorológicos extremos no perturben gravemente ni afecten los servicios de salud.
Y, tal vez lo más importante, se tratan de las personas. Para garantizar la prestación de servicios de salud y la preparación en cada paso del proceso, los países deben invertir en personal de salud local y capacitarlo, fortalecer las intervenciones dirigidas por la comunidad y promover la acción climática local, todo ello con el fin de mejorar el acceso equitativo a los servicios de salud y su prestación para atender a las personas en donde se encuentren.
Ecologizar el sector de la salud y aprovechar los conocimientos especializados en la materia
En 2020, el sector de la salud fue responsable del 4,6 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, y 1 de cada 3 establecimientos de salud carecía de recursos para gestionar sus desechos. Los países pueden avanzar en sus iniciativas de mitigación del cambio climático y al mismo tiempo mejorar los resultados de salud al empezar a usar energías renovables, ecologizar la cadena de suministro del sector de la salud y mejorar de la eficiencia energética y la gestión de desechos en el sector sanitario. Los beneficios son muchos: la reducción de las emisiones y de la contaminación atmosférica, el ahorro de gastos, el aumento del acceso a una atención de la salud de calidad y el fortalecimiento de la resiliencia ante futuros impactos del cambio climático.
En la COP26 de 2021, los países se comprometieron a reducir las emisiones de sus sistemas de salud, y 14 países establecieron objetivos claros de mitigación para alcanzar cero emisiones netas de carbono de sus sistemas de salud en 2050. A raíz de ello, la Organización Mundial de la Salud creó la Alianza para la Acción Transformadora sobre Clima y Salud (ATACH), con el fin de ayudar a los países a cumplir estos compromisos mediante la revisión de sus NDC y otras políticas y programas climáticos, con el PNUD como miembro de apoyo.
¿Cómo podemos garantizar que nadie se quede atrás en los esfuerzos por el clima y la salud?
Los efectos del cambio climático sobre la salud y el bienestar humanos se ven agravados por un círculo vicioso de desigualdades, que afecta de forma desproporcionada a las personas más vulnerables y marginadas de la sociedad, entre ellas, las mujeres, los niños (en especial las niñas), las personas mayores, las personas con discapacidad, los pueblos indígenas, las personas que trabajan al aire libre, las personas que realizan trabajos informales y las personas que viven en la pobreza o en lugares remotos.
Estos grupos suelen tener menos acceso a la atención sanitaria, a viviendas seguras y a recursos como el aire acondicionado, lo que los hace más susceptibles a las enfermedades y a los efectos sobre la salud de los fenómenos climáticos extremos. Por ejemplo, es cuatro veces más probable que las personas con discapacidad mueran en situaciones de desastre. El cambio climático también supone una inmensa amenaza para las mujeres embarazadas, los recién nacidos, las niñas y los niños, sobre todo debido a las enfermedades, la mala nutrición y el calor extremo, que pueden provocar efectos maternos y perinatales adversos. Las personas que viven con el VIH u otras enfermedades crónicas también se encuentran en situación de riesgo si el acceso a los servicios de salud se ve interrumpido por pandemias o riesgos relacionados con el clima.
Los simulacros de preparación ante desastres son cruciales para proteger a los grupos vulnerables, como los niños y niñas, de los peligros climáticos. Foto: PNUD Camboya / Manuth Buth
La escasez de agua afecta principalmente a los grupos vulnerables, en particular a las mujeres y las niñas, que a menudo soportan la carga de garantizar el acceso al agua para sus hogares. Foto: PNUD Zimbabwe
Asimismo, se prevé que el cambio climático sumirá en la pobreza extrema a unos 132 millones de personas (más de la mitad de las cuales viven en África Subsahariana y Asia Meridional) de aquí a 2030, y de ese número, 44 millones debido a los impactos sobre la salud. Las amenazas sobre los ingresos, los medios de subsistencia y el bienestar se harán aún más patentes en la medida en que el cambio climático siga obligando a las personas a desplazarse dentro y fuera de sus países, con la consiguiente presión sobre los sistemas de salud, la amenaza a los derechos humanos, el aumento del riesgo de conflictos y la intensificación de la pobreza. En 2023, ya había al menos 7,7 millones de personas en 82 países y territorios que vivían en situación de desplazamiento interno como consecuencia de las amenazas meteorológicas. Para 2050, esa cifra podría aumentar a 216 millones de personas debido a los efectos del cambio climático de evolución lenta.
Ante esta situación, los países deben comprometerse a considerar cómo el poder y la discriminación conforman las desigualdades en materia de salud y abordar los determinantes sociales de la salud, como los ingresos, el empleo, la educación, la inseguridad alimentaria, la vivienda y la protección social, la discriminación, y el desplazamiento, entre otros. Es fundamental emprender acciones audaces a escala mundial y nacional para reducir estas desigualdades, como considerar la forma de incluir la salud en los debates actuales sobre pérdidas y daños.
¿Cómo apoya el PNUD las medidas para limitar los efectos del cambio climático sobre la salud?
En 2023, el PNUD trabajó con 59 países (enlace en inglés) sobre el nexo entre la salud, el medio ambiente y el cambio climático, un trabajo guiado por la estrategia del PNUD en materia de VIH y salud de 2022-2025 (enlace en inglés) y su Plan Estratégico 2022-2025.
El PNUD, mediante su labor de mitigación del cambio climático, pretende reducir la huella de emisiones del sector de la salud y mejorar los resultados de salud. Esta labor incluye el apoyo a iniciativas de adquisición sostenible para garantizar que los productos de salud tengan el menor impacto climático posible; la ayuda a los gobiernos para que adopten prácticas racionales desde los puntos de vista ambiental y social para gestionar los desechos sanitarios en Asia Sudoccidental (enlace en inglés); y la capacitación de las mujeres para que se conviertan en empresarias de la energía limpia con el fin de reducir la contaminación del aire en interiores provocada por la cocina en el Perú. En el marco de la iniciativa Solar for Health, el PNUD ha contribuido a facilitar servicios de salud resilientes al clima, fiables y con bajas emisiones en 15 países mediante el acceso a energías renovables.
En el marco del programa Solar for Health, el PNUD ha ayudado a brindar acceso a la energía renovable a instalaciones sanitarias en 15 países. Foto: PNUD Zimbabwe
Asimismo, el PNUD apoya a 100 países de todo el mundo a adaptarse al cambio climático, lo cual a su vez ayuda a proteger a las comunidades de los efectos sobre la salud de la creciente inseguridad hídrica y alimentaria y de los fenómenos meteorológicos más extremos. A modo de ejemplo de esta labor, cabe citar el apoyo a la integración de consideraciones de salud en la política y la planificación nacionales de adaptación en países desde Bhután hasta Papua Nueva Guinea; el fomento de la resiliencia para la seguridad alimentaria y la agricultura resiliente al clima en países que van de Kiribati a El Salvador; la mejora de la gestión de los recursos hídricos y el acceso al agua en países desde Maldivas hasta Somalia; el fortalecimiento del acceso a la información climática y a los sistemas de alerta temprana en países desde Pakistán hasta Malawi; y el fortalecimiento de los sistemas de salud resilientes al clima en los países menos adelantados de Asia y las islas del Pacífico en colaboración con la OMS y con financiación del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM).
El PNUD, con financiación de la Unión Europea, ha apoyado a Etiopía, India y Mongolia en el planteamiento de argumentos a favor de la inversión en la contaminación atmosférica (enlace en inglés), que revelan la carga económica, de salud y ambiental de este tipo de contaminación y calculan el rendimiento de la inversión para las soluciones prioritarias.
Asimismo, en Bangladesh, Bhután y Maldivas, el PNUD apoya la clasificación, esterilización y eliminación seguras de los desechos sanitarios para ayudar a prevenir los impactos negativos sobre la salud humana y ambiental, con financiación del Japón.
Para que esta labor sea eficaz y sostenible, es fundamental establecer nuevas asociaciones y mantener y fortalecer las que ya existen. En la CPO28 de 2023, el Fondo Verde para el Clima, el PNUD y la OMS pusieron en marcha una nueva iniciativa (enlace en inglés) que aumenta el apoyo financiero a los países en desarrollo para mitigar y responder a los efectos del cambio climático sobre la salud en 15 países de África, Asia y Europa Sudoriental.