Cinco mujeres al frente de la acción climática en Colombia

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Cinco mujeres al frente de la acción climática en Colombia

Colombia es uno de los países más megadiversos del mundo. Alberga el 10 % de la biodiversidad del planeta en ecosistemas ricos y complejos que se extienden desde la costa del Pacífico hasta el mar Caribe y desde la cuenca del Amazonas hasta la cordillera de los Andes.

Sin embargo, la deforestación, la expansión agrícola, las actividades mineras e industriales, los conflictos armados y el tráfico ilegal de drogas son causa de una severa degradación ambiental en todo el país. La pérdida de naturaleza y biodiversidad agrava los efectos del cambio climático, como las sequías, las inundaciones y el aumento del nivel del mar, que amenazan la vida y los medios de subsistencia de las personas. Al mismo tiempo, el cambio climático acelera la pérdida de biodiversidad, y pone en peligro ecosistemas críticos y a las comunidades que dependen de ellos, especialmente los pueblos indígenas, y las comunidades afrodescendientes y campesinas.

Las crisis del clima y de la naturaleza también afectan en mayor medida a las mujeres. Esto se debe a la dinámica desigual de poder entre mujeres y hombres, la disparidad de género en el acceso a la educación y a las oportunidades de empleo, la carga de cuidados no remunerados, la prevalencia de la violencia de género y todas las demás formas de discriminación por razón de género profundamente arraigadas. Por ello, los países deben otorgar a la igualdad de género un lugar central en sus compromisos climáticos nacionales y planes de acción sobre biodiversidad. De este modo, conseguirán acelerar el progreso hacia resultados positivos para el clima y la biodiversidad, a la vez que logran impactos más amplios en el desarrollo sostenible.

Las mujeres tienen una función crucial que desempeñar en la configuración de este camino. Han sido, y siguen siendo, agentes de cambio clave para la acción ambiental en todo el mundo. Colombia no es la excepción. Las mujeres de todo el país contribuyen de forma significativa como educadoras, promotoras de la paz, empresarias y líderes culturales y comunitarias. Son guardianas de los conocimientos ancestrales de muchas comunidades indígenas y recurren a tradiciones muy arraigadas que aportan valiosas soluciones basadas en la naturaleza para mitigar el cambio climático y adaptarse a él.

Adriana, Lidia, Yanet, Ángela María y Raquel son cinco mujeres de diferentes regiones de Colombia que lideran soluciones para afrontar las crisis del clima y la biodiversidad. He aquí sus historias.

Adriana Arizala

En el sur de Colombia, a lo largo de la costa del Pacífico, se encuentra la ciudad de Tumaco, donde una asociación de mujeres empresarias combate la deforestación y promueve prácticas agrícolas sostenibles. Adriana Arizala es una de las cofundadoras de la Fundación Mujeres Emprendedoras del Pacífico y trabaja con su equipo para combatir las desigualdades de género y la inseguridad alimentaria.

"Identificamos el machismo profundamente arraigado en nuestra comunidad, en la que los hombres normalmente desempeñaban funciones de liderazgo y las mujeres quedaban relegadas al cuidado de otras personas y a las tareas domésticas. Así que creamos esta asociación para empoderar a las mujeres para que tomen decisiones, participen en los procesos de producción agrícola y dirijan los esfuerzos de recuperación de los árboles frutales autóctonos", afirma Adriana.

Esta ingeniera agroforestal y madre de 38 años compagina sus funciones de docente de escuela pública, líder comunitaria y defensora del empoderamiento de la mujer, y se concentra en apoyar a las mujeres afrodescendientes locales y garantizar la seguridad alimentaria para las generaciones futuras.

"Me encanta el zapote, el chontaduro... ¿Cómo podemos dejar que desaparezcan? Además, ¿cómo se van a mantener las próximas generaciones? Ahora mismo tenemos que comer fruta que viene de otros lugares, que es mucho más cara", explica Adriana.

La acción climática es vital para el futuro de Tumaco. Sin embargo, la región también es una zona posconflicto, tras medio siglo de enfrentamientos civiles en Colombia. Adriana y las mujeres de la asociación saben que la acción climática también contribuye a los esfuerzos de consolidación de la paz, puesto que fomenta el desarrollo sostenible, reduce los conflictos relacionados con los recursos y refuerza la resiliencia de las comunidades.

Gracias a su gestión, las mujeres de diferentes pueblos de la zona se han organizado con éxito, han colaborado para plantar árboles frutales autóctonos, y producir y vender sus productos orgánicos.

Lidia del Rocío Moreno

Ipiales es una ciudad del sur de Colombia, situada en el departamento de Nariño, cerca de la frontera con Ecuador. Aquí, a una altitud de unos 2.900 metros en la cordillera de los Andes, Lidia del Rocío Moreno enseña a jóvenes indígenas en la Institución Educativa Agroindustrial Los Pastos. La institución ofrece una educación centrada en la agroindustria, y combina conocimientos indígenas ancestrales con una formación de carácter práctico en agricultura y procesos industriales para preparar a los estudiantes para carreras profesionales en agricultura sostenible y sectores afines.

"La experiencia me ha demostrado que la educación tiene distintas dimensiones. Es holística, lo abarca todo. Como madre, profesora, artesana, médica y miembro del Consejo de Educación, me siento orgullosa de lo que hemos conseguido", dice esta docente de 51 años, cuyo hijo también asiste a la escuela.

A medida que los efectos del cambio climático, como las condiciones meteorológicas extremas, los cambios en la configuración de las precipitaciones, la degradación del suelo y la escasez de agua, alteran cada vez más la agricultura tradicional de esta región, la Institución Educativa Agroindustrial Los Pastos ayuda a las comunidades indígenas a adaptarse mediante la promoción de técnicas agrícolas resilientes y sostenibles.

Sus cursos ayudan a los jóvenes a comprender lo que es la seguridad alimentaria, a proteger la biodiversidad y a preservar la tierra de sus ancestros, para garantizar la preservación tanto de sus medios de subsistencia como de su identidad cultural frente a la crisis climática.

Lidia confía en la promesa que la juventud y sus nuevas habilidades suponen para la restauración de la naturaleza y la biodiversidad de la región. "Hemos plantado una pequeña semilla a nivel comunitario. No se trata de un simple medicamento, una cura o un adorno; sino de una semilla del cuidado de la Madre Tierra", afirma.

Yanet Motavita

Yanet nació en Acacias y ahora vive con su familia en el páramo de Sumapaz, el mayor ecosistema de páramo del planeta. Está situado en los Andes colombianos y abastece de agua a más de 20 millones de personas en la cordillera oriental de Colombia.

Yanet colabora con los agricultores locales para proteger los ecosistemas de montaña y mejorar la resiliencia climática de sus comunidades. Es la coordinadora de uno de los cuatro laboratorios de acción climática recientemente creados en los páramos. Estos laboratorios son organizaciones agrarias dedicadas a implementar y ampliar modelos de adaptación y conservación específicos para la biodiversidad de los paisajes en los que operan.

"Todas nuestras actividades agrícolas y productivas se llevan a cabo respetando los frágiles ecosistemas en los que vivimos", afirma Yanet.

Los laboratorios de acción climática ofrecen a las mujeres rurales espacios para participar en la toma de decisiones sobre la acción ambiental a nivel local y regional. También sirven para rescatar los conocimientos indígenas en torno a 15 prácticas agrícolas tradicionales que son cruciales para reforzar la adaptación al cambio climático.

Uno de los elementos clave de ese bagaje, esencial para impulsar los deteriorados sistemas agroalimentarios de la región, es la recuperación de las semillas andinas. La transferencia de semillas autóctonas a los agricultores contribuye a aumentar la seguridad alimentaria y la resiliencia climática de la región.

El laboratorio que dirige Yanet reunió a agricultores de 16 pueblos, entre quienes se encuentran muchas mujeres. Juntos realizaron una serie de estudios sobre la eficacia de prácticas agrícolas como el uso de abonos orgánicos. Estos estudios sirven ahora para desarrollar políticas sobre cómo ocuparse de la tierra para aumentar su resiliencia y productividad. También enseñan técnicas a las nuevas generaciones para que puedan llevar adelante el cambio.

"Lo más importante fue que logramos aplicar el cambio con la juventud", dice Yanet mientras contempla la posibilidad de garantizar un futuro más seguro para su comunidad.

Ángela Maria Herrera

Caquetá es una región profundamente afectada por el conflicto armado de Colombia. En 2016, cuando se firmó el acuerdo de paz, los habitantes de la región se sintieron más esperanzados ante las posibilidades de construir un futuro sostenible.

Ángela María Herrera estaba entre ellos. Es una mujer joven que trabaja sin descanso junto a jóvenes defensores del clima para construir un país pacífico en el que ni las personas ni la naturaleza sean víctimas de los conflictos.

"Las mujeres jóvenes somos poderosas, y utilizamos nuestra capacidad de innovar y de ser creativas para proteger el medio ambiente y promover la paz en nuestros territorios", afirma Ángela María.

Impulsada por esta convicción, Ángela María ahora se dedica a restaurar ecológicamente el piedemonte andino-amazónico, una de las regiones colombianas de mayor biodiversidad, y adopta para ello un enfoque basado en la naturaleza. Se trata de esfuerzos comunitarios para restaurar los ecosistemas mediante la plantación de árboles autóctonos del Amazonas. En esta labor de reforestación se utilizan plántulas de viveros gestionados por excombatientes y víctimas del conflicto. La iniciativa también consiste en producir prendas sostenibles con textiles ecológicos.

El proyecto de Ángela María une a comunidades que antes pertenecían a bandos opuestos del conflicto, y contribuye a su colaboración en pos de un objetivo común: restaurar la tierra y generar medios de subsistencia. Con su trabajo, también pretende demostrar que la moda puede ser más que solo ropa: puede ser un símbolo de resiliencia y esperanza.

La iniciativa de Ángela María, recientemente galardonada con el premio Youth4Climate, seguirá creciendo gracias al apoyo y la financiación recibidos, lo que le permitirá ampliar su impacto en la región.

Raquel Castillo Puentes

Los humedales de La Mojana, en el norte del país, son extremadamente vulnerables a los efectos del cambio climático. Las inundaciones y las sequías alteran el equilibrio de estos complejos sistemas de ríos y deltas, y, por consiguiente, la vida de sus habitantes.

Raquel es una empresaria que ha creado un vivero para ayudar a proteger y restaurar los ecosistemas de su comunidad.

En La Mojana, ya se han sembrado 20.000 plántulas de Las Palmitas, el vivero de Raquel, en una superficie de tres kilómetros cuadrados. Raquel ha plantado personalmente más de 1.100 árboles, entre ellos palmas americanas de aceite, laureles y pimientos.

El plan de restauración de La Mojana forma parte de la principal estrategia de restauración de zonas degradadas de Colombia para garantizar la conservación de la biodiversidad y los servicios de los ecosistemas, y al mismo tiempo actúa como medida para impulsar la adaptación al cambio climático.

"La restauración es una bendición. ¡Imagínense toda la fauna que puede vivir allí! Aquí en Las Palmitas, todos estamos cambiando y plantando árboles, y no nos vamos a arrepentir. Esta iniciativa ayuda a combatir el cambio climático y nos alegraremos cuando veamos esta tierra saludable y verde de nuevo", afirma Raquel.

Al igual que otras heroínas del cambio climático de todo el mundo, Raquel trabaja para proteger su legado natural, preservar su medio de subsistencia y construir un futuro resiliente al clima para las generaciones venideras.

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Mientras los países se preparan para renovar y progresar en sus compromisos de acción sobre la pérdida de naturaleza en la COP16 de Colombia y el cambio climático en la COP29 de Azerbaiyán, deben reforzar el vínculo entre la naturaleza, el clima y la igualdad de género.

En virtud del marco de la iniciativa Climate Promise, el PNUD impulsa el apoyo a la igualdad de género y los enfoques de empoderamiento de las mujeres en los procesos de planificación y política climática, así como la promoción de soluciones integradas e inclusivas de acción climática en todo el mundo. En Colombia, el PNUD ha apoyado procesos de consolidación de la paz con la naturaleza, especialmente en contextos posconflicto, y ha impulsado el rol y los logros de las mujeres en la acción ambiental y la consolidación de la paz. Las asociaciones de Adriana y Lidia son dos de las 23 organizaciones indígenas y locales lideradas por la comunidad en Colombia que recibieron pequeñas subvenciones de la iniciativa Climate Promise del PNUD, con fondos del Gobierno del Reino Unido para promover alternativas a la deforestación, empoderar a las mujeres y los jóvenes, y utilizar los conocimientos ancestrales para la conservación, y al mismo tiempo destinar más fondos a las comunidades vulnerables.

El trabajo de Yanet cuenta con el apoyo del programa SCALA, implementado por el PNUD y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés), con la financiación del Ministerio Federal de Medio Ambiente, Protección de la Naturaleza, Seguridad Nuclear y Protección al Consumidor (BMUV) de Alemania a través de la Iniciativa Internacional para el Clima (IKI).

Ángela María es una de las personas galardonadas de la Convocatoria de Soluciones 2024 de Youth4Climate por su proyecto "Tejiendo Redes para la Paz con la Naturaleza". La iniciativa Youth4Climate está financiada por el Ministerio de Medio Ambiente y Seguridad Energética de Italia, codirigida por el PNUD y el Gobierno de Italia, y codiseñada por jóvenes y otros asociados estratégicos.

Raquel ha recibido apoyo de un proyecto del Fondo de Adaptación que ayuda a las comunidades a responder a los desafíos relacionados con el cambio climático. Ella es una de entre aproximadamente 1.665 mujeres que han recibido capacitación en técnicas de conservación tanto para restaurar y preservar su hogar ancestral como para mantener a sus familias.