Los países en desarrollo están más preparados que nunca para acelerar la acción climática

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Los países en desarrollo están más preparados que nunca para acelerar la acción climática
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Los países en desarrollo están más preparados que nunca para acelerar la acción climática
Foto: Centro Subregional del PNUD para África Occidental y Central
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A medida que nos adentramos en las conversaciones sobre el clima en el marco de la COP30 celebrada en Brasil, la atención pública se dirige hacia dónde se encuentra el mundo en sus esfuerzos por mantener el calentamiento por debajo del límite de 1,5 °C fijado en el Acuerdo de París. La atención se centra, por tanto, en las medidas de los grandes emisores (enlace en inglés), los países que liberan las mayores cantidades de emisiones de gases de efecto invernadero y que son los que más influyen en este umbral conjunto a nivel mundial. Y este es un asunto fundamental, que afecta al futuro de nuestro planeta. 

Pero también hay otro asunto. Uno que afecta al resto del mundo: los más de 150 países que contribuyen mucho menos a las emisiones mundiales, pero que se ven desproporcionadamente afectados por las consecuencias de la crisis climática. 

En el último decenio, los países en desarrollo han desempeñado un papel decisivo para encaminar al mundo por un rumbo más seguro. Han abogado por una mayor ambición en los principales foros, han diseñado vías de desarrollo bajas en carbono (disponible en inglés) y las han reflejado en unas Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés) más ambiciosas en el marco del Acuerdo de París. También han mostrado qué forma puede tomar el desarrollo sensible al clima (enlace en inglés), y han puesto en marcha sistemas nacionales para gestionar, afrontar y responder (enlaces disponibles en inglés) a los efectos del cambio climático que ya están ocurriendo. 

Durante este período, en el PNUD hemos trabajado codo a codo con más del 90 % de los países en desarrollo en la revisión y la implementación de sus NDC y sus planes de desarrollo. Más recientemente, en el marco de la iniciativa Climate Promise 2025, hemos liderado el apoyo coordinado prestado por el sistema de las Naciones Unidas a más de 100 países en desarrollo en el último ciclo de las NDC. 

Esta labor ha contribuido a reforzar los compromisos climáticos nacionales. Hasta el 6 de noviembre, se habían presentado 77 nuevas NDC en el marco del ciclo 2025, las cuales representan a 103 países —entre ellos 13 países menos adelantados (PMA) y 18 pequeños Estados insulares en desarrollo (PEID)— y alrededor del 70 % de las emisiones a nivel mundial. En general, más del 70 % de las presentaciones de los países en desarrollo se basaron en el apoyo de las Naciones Unidas. Y se esperan más en las próximas semanas. 

Si bien este trabajo ha contribuido a un conjunto de NDC más robustas, estamos siguiendo muy de cerca (enlace en inglés) la forma en que los países están fortaleciendo sus NDC, y observamos tendencias claras.  

Los países en desarrollo están abriendo el camino y utilizan cada vez más las NDC como medios para alcanzar los objetivos climáticos y de desarrollo sostenible. Uruguay y Ecuador fueron de los primeros países en desarrollo en presentar sus NDC revisadas, las cuales incluyen un cálculo de costos más claro y una mayor definición de las posibilidades de inversión, lo que demuestra su disposición para llevar la acción a una mayor escala. Nepal y Camboya presentaron NDC más ambiciosas e inclusivas, vinculadas a estrategias de desarrollo sostenible y de cero emisiones netas a largo plazo, lo que demuestra lo que pueden lograr los PMA a pesar de la magnitud de los retos a los que se enfrentan y la limitación de sus recursos. Las Islas Marshall y Santo Tomé y Príncipe demostraron el liderazgo de los PEID al asumir compromisos audaces en materia de mitigación, adaptación y pérdidas y daños. Mientras tanto, Somalia presentó en su NDC planes audaces para hacer frente a la fragilidad en los planos medioambiental, social y económico. 

Lo que hace diferente a esta generación de NDC es que se centran en la implementación. No se trata simplemente de articular objetivos climáticos ambiciosos en el vacío. Estas NDC son ahora planes creíbles para impulsar las economías y las sociedades. Los países han sentado las bases para hacer realidad estas vías, y observamos tres tendencias que lo demuestran claramente: 


1. Las NDC son de mayor calidad que nunca 

Los países van más allá de la ambición para elaborar planes climáticos sólidos e inclusivos; es decir, sus NDC se basan en datos más robustos y en modelos de mayor calidad, y están en consonancia con todos los aspectos de las orientaciones del balance mundial (enlace en inglés) acordadas por todos los países. Más del 75 % de las nuevas NDC incluyen objetivos de reducción de emisiones en toda la economía para 2035, lo que refleja una consideración más integral de las oportunidades de acción climática en toda la economía. También se da más importancia a la adaptación; en este aspecto, un 80 % de los países amplían las medidas y un 65 % amplían el número de sectores en los que se incluye la adaptación. Al mismo tiempo, los procesos de las NDC han sido mucho más inclusivos, basándose en los aportes y perspectivas de todos los sectores de la sociedad. Por ejemplo, el 89 % incluye información desglosada por género y el 80 % afirma que las dimensiones de género se tendrán en cuenta en la implementación de su NDC. Además, el 77 % incluye medidas específicas que reconocen el papel de la juventud y los niños y niñas en las políticas y medidas climáticas, y el 72 % destaca el papel crucial de los pueblos indígenas y las comunidades locales (enlace en inglés) en la implementación de las NDC. 
 

2. Las NDC tienen más potencial de inversión que nunca 

Sabemos que el mayor obstáculo para cumplir las NDC es la financiación, ya que los flujos financieros existentes no son suficientes ni equitativos. Muchos inversores indican que no está claramente articulado dónde se necesita financiación y cómo se utilizará. Esta ronda de NDC está ayudando a una parte muy importante de esta ecuación, al incorporar elementos que facilitan la inversión. Por ejemplo, más de la mitad de las nuevas NDC incluyen cálculos detallados de los costos de los distintos objetivos y medidas sectoriales. Las NDC también se centran en cómo atraer financiación: el 75 % de los países mencionan la necesidad de apoyo financiero, y el 60 %, de estrategias de financiación climática o planes de inversión para apoyar la implementación de la NDC. Además, muchos ya están buscando fuentes o mecanismos de financiación específicos. Por ejemplo, casi el 90 % de los países hacen referencia a su intención de utilizar los mecanismos del mercado de carbono para movilizar financiación tanto pública como privada. Muchos países también están respaldando esto con medidas normativas que reducirían el riesgo de inversión y harían sus economías más atractivas para el capital privado.  


3. La coherencia entre las NDC y otras políticas nacionales de desarrollo es mayor que nunca 

Las transiciones necesarias para hacer frente a la crisis climática repercutirán directamente en todos los sectores de la sociedad. La descarbonización de los sistemas de transporte, el ajuste de las prácticas agrícolas, la gestión de los recursos hídricos; todas estas medidas influirán en el progreso de las personas y las economías. Por lo tanto, las medidas que se definan sobre el cambio climático deben estar en consonancia con la visión más amplia del desarrollo del país y su población. Una forma fundamental de establecer este vínculo es armonizar las NDC con los planes nacionales de desarrollo, y estamos viendo grandes avances en este sentido. Las nuevas NDC garantizan una mayor coherencia política que nunca. Un análisis (disponible en inglés) llevado a cabo recientemente por el PNUD indica que todos los países han armonizado al menos uno o más de los objetivos y medidas de sus NDC con las estrategias y los planes de desarrollo nacionales o sectoriales, y que más del 90 % establecen vínculos específicos con los planes subnacionales y el papel de los gobiernos subnacionales. Además, las NDC también están aumentando la coherencia con las intervenciones en materia de biodiversidad y las soluciones basadas en la naturaleza, ya que más de la mitad hacen referencia a sus estrategias y planes nacionales de acción en materia de diversidad biológica (EPANDB) y más del 70 % están en consonancia con los compromisos de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación.  

Un agricultor y un miembro del personal del PNUD caminan juntos por una granja.
Foto: PNUD Tailandia

En general, el último ciclo de NDC transmite un mensaje claro: los países están preparados para pasar de la planificación a la implementación. 

Para los países en desarrollo, esto significa que la demanda de financiación climática, asistencia técnica y desarrollo de la capacidad para cumplir sus NDC es elevada y va en aumento. En comparación con los últimos ciclos, nos encontramos en un punto de partida diferente. Las medidas están claras y se han definido los próximos pasos. Ahora todos los socios deben redoblar su apoyo; no tenemos tiempo que perder. 

El sistema de las Naciones Unidas desempeña un papel fundamental a la hora de ayudar a los países en desarrollo a implementar sus NDC. En los próximos meses, colaboraremos con gobiernos, instituciones financieras, el sector privado, la sociedad civil y el sector académico para responder a la petición del Secretario General de las Naciones Unidas (enlace en inglés) de que el sistema de las Naciones Unidas preste apoyo a la implementación de las NDC, que se denominará Climate Promise: Forward. El liderazgo de los países en desarrollo estará en el centro de estos debates, ya que seguimos plenamente decididos a ayudarles a construir economías y sociedades inclusivas, sostenibles y resilientes al cambio climático que puedan apoyar a las generaciones futuras.